¡Vaya septiembre!
La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) despenaliza el aborto; las lluvias inundan Ecatepec y Coacalco, en el Estado de México, así como Tula, en Hidalgo, con saldo de diecinueve muertos.
Y, de remate, el acostumbrado temblor de septiembre.
Septiemble, le llaman ahora.
Tal como sucedió con el terremoto del 19 de septiembre de 1985, hace cuatro años, en 2017, cuando tembló en la Ciudad de México el mismo día, anoche se repitió el del 7 de septiembre.
De no creerse.
Por cierto, aunque parezca increíble, aún hay damnificados en espera de ayuda.
La Corte, con Arturo Zaldívar Lelo de la Rea, dio un paso esperado, ansiado, por millones de mujeres en México: el reconocimiento de su derecho a decidir cómo y cuándo ser madres.
Y el mundo entero recibió con beneplácito la noticia.
No sucedió así con Andrés Manuel López Obrador.
De religión cristiana, ha dicho ser seguidor del pensamiento y de la obra de Jesús.
Ayer, cuestionado en su conferencia matutina, evadió el tema. Argumentó la investidura presidencial.
Mentira.
Jamás ha estado de acuerdo, pero se equivoca porque podría fijar posición claramente. Suficiente sería decir, por ejemplo, que no lo comparte, pero lo acepta como parte de un todo, de una sociedad y nación cambiantes.
Prefiere escabullirse.
Como en la mayoría de los temas que no le convienen, no le gustan o sabe que es débil.
Las lluvias, como cada año, causan tragedias.
En el Estado de México, en Veracruz, en Jalisco, en Ciudad de México, en Guerrero, en Michoacán… en Hidalgo.
Lo sucedido la tarde del lunes en Ecatepec fue impresionante. Común, desafortunadamente para los habitantes, que reciben promesas del gobernador y alcalde en turno.
Enrique Peña Nieto, por ejemplo, prometió que Valle Dorado, en Tlalnepantla, jamás volvería a inundarse, después de septiembre de 2009.
¿Y qué pasó?
Volvió a suceder y no una sino al menos dos veces.
Prometió también que la salida a Puebla, allá por Chalco, jamás volvería a inundarse por el desbordamiento del canal La Compañía.
Falso. Se inundó igual.
Se conocería después, en el caso Valle Dorado, que a “alguien” se le olvidó abrir una compuerta. Ese error derivó en el colapso de los enormes tubos de drenaje.
Y en dos muertos.
Lo sucedido el lunes en Ecatepec y Coacalco es resultado, sí, de las lluvias torrenciales, pero también de la negligencia y de la falta de planeación. Del poco presupuesto destinado a drenaje, fundamental para poderse instalar y construir.
Dos muertos y pasarán los meses y el año próximo sucederá de nuevo.
En Hidalgo, la tragedia es de consecuencias incalculables.
Tula, inundado con aguas negras, al desbordar el río que lleva ese nombre.
Diecisiete muertos en el hospital del IMSS, donde no había energía eléctrica y los equipos de oxígeno para pacientes con Covid la requieren.
¿Lo hace a propósito o así será?
Ya ni sé.
Hugo López-Gatell Ramírez vive en su realidad.
Y ésta no es la del resto de los mexicanos.
La del resto del mundo.
-Por cada dosis que, por ejemplo, por acción judicial por estas sentencias de amparo se desviara hacia un niño o una niña, cuyo riesgo es considerablemente menor, se le quita la oportunidad a una persona que tiene un riesgo mayor, dijo el subsecretario de Salud y zar antiCovid.
“Es un pendejo”, contestó la senadora del PAN, Xóchitl Gálvez cuando le preguntaron su opinión a esa respuesta.
Y, prácticamente arrebatando el micrófono a su coordinador, Julen Rementería, reiteró:
-Es un pendejo.
Vámonos: En la L12 fueron los pernos. Ah, y las vigas.
No fue Ebrard. No fue Delgado. No sea mal pensado.
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