El gobernador de Puebla exigió a Grupo Proyecta -desarrollador de Lomas de Angelópolis- donar dos hectáreas para viviendas de policías. Si no lo hacían, advirtió, el gobierno les expropiaría cuatro. Tres días después, dijo otra cosa: “Igual y ya no se ocupan”.
Lo que parecía justicia social, terminó en algo más: un espectáculo político que revive viejas lealtades, distrae de problemas reales y, de paso, le carga una incomodidad innecesaria a Claudia Sheinbaum.
AMENAZAS
Armenta lanzó una amenaza que sonaba a extorsión: o donan terrenos, o los quitamos. Luego, el gobernador escaló: “No es expropiación, es justicia social”.
Pero tres días después, tras críticas del sector empresarial y la mirada atenta del gobierno federal, matizó su postura: “No vamos a expropiar a nadie”. Eso sí, insistió en que la empresa debía “dejar la mezquindad”.
Lo que inició como un gesto de autoridad, acabó como un drama mediático. Ni tierra, ni justicia. Solo un escándalo sin resultados.
Por cierto, Armenta dijo que Lomas de Angelópolis fue construida sobre tierras expropiadas por centavos a campesinos en los noventa. Tiene razón. Pero olvidó un detalle: en ese entonces, él militaba en el PRI. Así que ya era parte del aparato político que impulsó esas expropiaciones.
¿Entonces ahora se opone al modelo que antes promovió? ¿O simplemente cambió de bando sin cambiar de prácticas?
CORTINA DE HUMO
Mientras el gobernador reparte discursos sobre justicia territorial, Puebla enfrenta problemas más urgentes e importantes.
En los primeros tres meses de 2025, la violencia creció un 11%, según datos reportados por e-consulta. Se registraron 430 homicidios, cinco cada día. Muchos, con arma de fuego. Muchos, sin responsables detenidos.
Y aunque presume su proyecto de vivienda, más de la mitad de los 14 mil 500 policías del estado siguen sin casa propia. Faltan 10 mil viviendas. No son cifras de discurso: son el día a día de quienes se juegan la vida.
Si eso no bastara, desde la tribuna oficial se lanzó una campaña contra la prensa. El periodista Rodolfo Ruiz fue acusado sin pruebas y denostado en público. Artículo 19 lo advirtió: en Puebla se está usando el poder para intimidar, no para gobernar.
Entonces sí, el pleito con Grupo Proyecta importa. Pero no por las hectáreas. Sino porque revela un estilo político. Porque mientras el gobernador crea dramas, los verdaderos incendios siguen creciendo sin que nadie los apague.
PIEDRAS
Aunque parezca un conflicto local. La verdad es que hace ruido nacional. Porque cada gobernador que pierde la brújula también hace tambalear la narrativa de Palacio.
Ya pasó con Rocha Moya y la ola de violencia en Sinaloa. Ya pasó con Javier May y su pleito con Adán Augusto. Cada exceso de los mandatarios locales ensucia el discurso del cambio.
Sheinbaum trata de proyectar orden, visión y responsabilidad. Pero cada error de sus gobernadores se convierte en un bache en su camino.
Armenta dice que no quiere pelear con empresarios. Pero lo hace. Dice que defiende la justicia. Pero carga con un pasado que la contradice. Dice que no expropiará. Pero ya amenazó.
El problema no es pedir tierras. Es convertir una necesidad real -la vivienda de policías- en una telenovela. Y lo que parece una estrategia política, termina siendo una distracción que estorba más de lo que resuelve.
Cada gobernador que improvisa, improvisa también el costo político de la Presidenta. Y si nadie corrige el rumbo, lo que se pierde no es una hectárea: es la credibilidad de todo un proyecto.