El pasado domingo, el gobierno de Claudia Sheinbaum celebró en el Zócalo con un mitin masivo. Tres días después, la realidad golpeó: Estados Unidos impuso un arancel del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio.
Trump siempre sí cumplió su amenaza. Y no solo contra México, sino contra todo el mundo. Pero mientras Canadá y la Unión Europea respondieron con aranceles de represalia, México sigue en espera.
La mandataria dijo que su gobierno no tomará una decisión hasta el 2 de abril, cuando la Casa Blanca anuncie nuevas tarifas globales. Según Sheinbaum, lo mejor es mantener la cabeza fría y evitar una guerra comercial.
La pregunta es: ¿esperar beneficia a México o le da ventaja a Trump?
ARANCELES
México no logró librar los aranceles de 25%. A pesar del T-MEC, Trump decidió que todas las importaciones de acero y aluminio pagarían más impuestos. Esto golpea directamente a México, el segundo proveedor de acero de Estados Unidos, solo detrás de Canadá.
El problema no es solo lo que vendemos, sino lo que compramos. México le compra más acero a Estados Unidos del que le vende. Un arancel recíproco, como pide el sector privado y algunos legisladores, podría encarecer nuestra propia industria.
Especialistas advierten que México es el segundo país más afectado por la decisión de Trump, después de China. Pues resulta que el verdadero problema no es solo el acero, sino los derivados: autopartes, construcción, electrodomésticos. Productos esenciales para la economía de 11 estados del país.
RESPUESTA DEL SENADO
La estrategia de “esperar y negociar” no convenció a la oposición. El senador Ricardo Anaya (PAN) criticó el festejo del domingo y acusó al gobierno de engañar a la gente sobre la suspensión de aranceles.
El senador Alito Moreno (PRI) alertó que Trump podría extender los aranceles a otros sectores, como el cobre, y acusó al gobierno de no tener estrategia. En contraste, Gerardo Fernández Noroña (Morena), presidente del Senado, respaldó la postura de Sheinbaum y aseguró que evitar una guerra comercial es lo mejor, advirtiendo que Canadá se metió en una confrontación innecesaria.
EL DILEMA
El gobierno tiene dos caminos. El primero es responder con aranceles, como hicieron Canadá y la Unión Europea. Pero esto podría encarecer la industria mexicana. La segunda opción: negociar, seguir dando golpes al narco y evitar represalias. Pero esto implica aceptar la decisión de Trump sin reacción inmediata.
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, defendió la estrategia de México señalando que actuarán “con sangre fría y firmeza”. El problema es que Trump no se ha mostrado dispuesto a ceder. Y mientras la Casa Blanca celebra su golpe proteccionista, la industria mexicana ya resiente la incertidumbre.
México no ha respondido, pero Trump ya impuso las reglas del juego. La Casa Blanca tiene el control de la narrativa: su secretario de Comercio, Howard Lutnick, elogió a los países que no respondieron con aranceles, como México y Reino Unido, diciendo que “recibirán un trato diferente”.
¿Eso significa que México tendrá un beneficio en la negociación? Aún no hay señales de ello. Lo que es un hecho es que los aranceles ya golpean sectores clave de la economía mexicana. El costo se reflejará en empleos, precios y competitividad.
El gobierno puede decir que la prudencia es una estrategia. Pero si Trump ya tomó su decisión, México no puede quedarse inmóvil. El tiempo para esperar se agota. O se responde, o se asume el golpe sin hacer gestos.