Bellas Artes: espejo del México moderno

Obra icónica del Porfiriato fue proyectado en 1904, su edificación atravesó etapas clave: la Revolución Mexicana y la posrevolución



Bellas Artes. Foto: Aracely Martínez

El Palacio de Bellas Artes es una joya arquitectónica que refleja el sincretismo cultural de México. Su construcción comenzó en 1904, impulsada por el presidente Porfirio Díaz con motivo del centenario de la Independencia. Se eligió como sitio el exconvento de Santa Isabel, por ubicarse sobre la elegante Avenida Plateros (hoy Juárez). El arquitecto italiano Adamo Boari y el ingeniero mexicano Gonzalo Garita fueron los encargados del diseño, también responsables del Palacio Postal.

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Sin embargo, el terreno fangoso y húmedo —remanente del antiguo lago— provocó el hundimiento de la estructura. En 1906 se detuvo la obra y se inyectó concreto para estabilizarla. La Revolución Mexicana retrasó aún más su conclusión. Boari regresó a Italia en 1916, y fue hasta 1932 que se retomó el proyecto bajo la dirección del arquitecto mexicano Federico Mariscal, alumno de Boari. Finalmente, el 29 de septiembre de 1934 se inauguró.

Estilo art déco

El estilo del palacio combina el art nouveau en su exterior con el art déco en su interior. Un ejemplo destacado es el vestíbulo, donde se observa la representación de deidades del agua: Tláloc y Chaac, dioses mexica y maya, respectivamente. Estos mascarones, junto con las lámparas en forma de fuentes y detalles en barandales, evocan el agua como elemento central, en alusión al subsuelo lacustre sobre el que se asienta el edificio.

La cúpula interior representa el cielo estrellado, contrastando con la cúpula exterior, que simboliza el sol. Este juego entre sol y cielo es una idea de continuidad que Federico Mariscal conservó del proyecto original. En la parte posterior de una máscara teatral también se alude al agua mediante formas geométricas inspiradas en el arte prehispánico, manteniendo el enfoque nacionalista de la decoración.

En el interior se ubica el primer museo de arte en México, originalmente llamado Museo Nacional de Artes Plásticas. En 1967 cambió de nombre, y en 1987 el Centro Histórico fue declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad, lo que impide modificaciones estructurales al palacio.

Dentro del teatro se encuentra una de sus joyas más valiosas: una cortina de cristal de la casa Tiffany, elaborada con más de un millón de piezas que forman una imagen de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Pesa 22 toneladas y está hecha de acero y cristal, diseñada también como medida de protección contra incendios, aunque hoy es considerada una obra única e invaluable.

Para su inauguración se invitó a los muralistas Diego Rivera y José Clemente Orozco, quienes realizaron obras que aún pueden admirarse en el segundo piso.

El Palacio de Bellas Artes, con su historia de adversidad, hundimiento y resurgimiento, es hoy símbolo del arte, la resistencia y la identidad mexicana.