Bere, la fotógrafa que quería salvar a los animales

Su madre la recuerda como una mujer llena de pasión, amor, luz, fortaleza e inteligencia


Citlali Berenice Giles Rivera
Citlali Berenice Giles Rivera.

A Citlali Berenice Giles Rivera y a su familia la inseguridad en la Ciudad de México les obligó a huir a un lugar más tranquilo. En 2002, su padre sufrió un secuestro exprés de ocho horas, “muy traumático”. Desde entonces, Bere o Tali –como le decía su mamá Blanca Rivera–, con sólo seis años de edad, sus padres y su hermano se mudaron a Aguascalientes.

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Durante su niñez, su madre sembró en ella el gusto por la música. Pequeña, Bere escuchaba a Tatiana. Ya en la adolescencia, Tali empezaba a ir a sus primeros conciertos y hasta un día “en la secundaria se fue de pinta a Guadalajara” para asistir a uno. Con el tiempo sus gustos cambiaron; ya no era Tatiana, sino Lady Gaga y Lana del Rey quienes encabezaban su lista de reproducción. El mundo le comenzaba a quedar pequeño y entonces expandió sus horizontes. En lugar de una fiesta de 15 años, prefirió un crucero a Miami y Nueva York para ir a conocer un restaurante de la intérprete de Poker Face.

En tanto, su otra pasión se desarrolló mientras cursaba la licenciatura. Para ello, tuvo que dejar a su familia. “Un día me dijo: ‘yo ya no quiero estar aquí, yo me voy a la Ciudad de México’. Hizo su examen para la universidad, ella lo pagó”. Determinada, Berenice se quedó en la carrera de comunicación y periodismo en la FES Aragón. Ahí le pidió su primera cámara a su papá. Tali terminó sus estudios y continuó viviendo en la capital hasta 2022, recuerda Blanca.

A partir de ese año, Bere deambuló entre sus dos hogares. Su mamá se la llevó de regreso a Aguascalientes, “pero ella seguía viniendo por su pasión, cubrir eventos“. Iba y venía, hasta hace seis meses, que se estableció en la capital para cursar un diplomado de titulación, el cual concluyó el sábado pasado, el día que falleció.

El circo siguió

El pasado 5 de abril, Giles Rivera terminó temprano su última clase para titularse. Con su equipo de fotografía a cuestas, apresuró el paso para llegar al Parque Bicentenario y cubrir el festival Ceremonia, que iniciaba ese día.

Horas después, el Sol abrasaba. Junto a Miguel Ángel Rojas, tomaba un respiro de cara a la larga jornada aún por delante. Alrededor de las cinco de la tarde, ambos fotógrafos del medio especializado Mr. Indie –que no les pagaba por su trabajo– estaban junto a una grúa, pensada para funcionar como puntos de encuentro para los asistentes.

La estructura, que puede pesar entre 3 mil 600 y 5 mil 400, dependiendo del modelo y fabricante, según la IA Grok, cayó encima de ambos. Un video que se viralizó muestra el momento de su desplome, mientras entrevistan a unas jóvenes. El ruido es escalofriante, duro. Los organizadores, no obstante, siguieron con el evento. Reportaron que había dos heridos. En otros videos se ve la estructura colapsada, con policías y gente alrededor sin saber qué hacer, mientras que, en el fondo, ya de noche, la música, las luces y el baile seguían.

Poco antes de las 11, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, informó que Bere y Miguel habían fallecido. Minutos después, el IMSS indicó que ambos llegaron al hospital “sin signos vitales”. En tanto, el Facebook oficial del festival publicó un post cerca de las nueve de la noche, casi cuatro horas después del accidente, con una foto de los asistentes desde un dron con el mensaje: “El mejor atardecer es el que nos dan ustedes”. Fue hasta el domingo a las 10 de la mañana que la cuenta fijó una postura de la situación.

“Del festival creo que una persona vino, pero nunca nos dijo realmente de parte de quién iba, yo no supe ni su nombre. Sólo nos ofrecieron cubrir los gastos funerarios“, dice Blanca.

Los sueños

Bere quería seguir comiéndose el mundo. Tenía en su lista de pendientes conocer París, hacer un albergue de animales y deseaba cambiar a que la gente fuera vegana, “para salvar a los animales y el planeta”.

Su madre la recuerda como una mujer llena de pasión, amor, luz, fortaleza e inteligencia. Así también la veían las decenas de personas, muchos colegas fotógrafos y periodistas, que le dieron el último adiós en la capital, de donde se fue ayer para ser enterrada en Aguascalientes, su segunda casa.