“¡Boicot, boicot!”: el otro rostro de los Juegos Olímpicos Paris 2024

Las protestas no se hicieron esperar a un día de la Ceremonia de los Juegos Olímpicos de París 2024



Foto: Martín Avilés

París, Francia.- A lo lejos, entre las desoladas calles de París, un grito irrumpe el ensordecedor silencio de una ciudad que navega en un mar de incertidumbre provocado por las tensiones políticas mundiales y, sobre todo, locales. “¡Boicot, boicot!”, exclama un hombre de cabeza rapada mientras ondea la bandera de Palestina por los cielos frente al Bd Saint-Martin. Detrás suyo, una marabunta de manifestantes se apodera de la Place de la République, lugar predilecto de los movimientos izquierdistas en Francia para alzar la voz.

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Ahí convergen más de 70 organizaciones como Attac France, Youth for Climate y Solidaires, quienes entre banderas de Palestina, sandías —símbolo de resistencia después de que en la guerra árabe-israelí de 1967, Israel tomara el control de Gaza y Cisjordania, y prohibió portar símbolos nacionales—, así como consignas y mucha cerveza, han salido a mostrar su rechazo a unos Juegos Olímpicos que, desde su perspectiva, se han olvidado de la gente.

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“Quiero recordar a la gente que tiene más fuerza para intentar seguir adelante. ¡Viva la libertad y viva la libertad una y otra vez! Sí, la amistad está en el Sensei, aquí se habla, se come, se duerme, se va a lo suyo; es lo único que pedimos, no podemos, hoy en día en el Siglo XXI, desde esta zona, te decimos aquí no te dejan trabajar, no te dejan moverte, y ni siquiera te dejan ir a por algo de comer”, dice al micrófono uno de los manifestantes.

Mientras tanto, seis personas despliegan una manta con un poderoso mensaje a los pies de la estatua de Marianne, una personificación de la República Francesa hecha en bronce que se erige en el centro de la plaza. “Francia está formada por migrantes”, se puede leer en manta que tan pronto alcanza su punto más alto, desata el frenesí de los presentes.

Otra gran pancarta también es colocada cerca la estatua: “Olimpiadas de la exclusión: 12,500 personas expulsadas #limpieza social”. Y es que aunque la capital francesa se ha preparado minuciosamente para albergar los Juegos Olímpicos, su gente ha decidido darle la espalda a un evento que no ven como suyo, debido a que la justa veraniega ha detonado una preocupante gentrificación.

“Las rentas se han disparado muchísimo, París cada vez es más gentrificado y las rentas son una locura”, dice una ciudadana que prefiere no decir su nombre. Ha decidido rentar su apartamento para obtener algo de dinero este verano en los Juegos. Como ella, muchos otros franceses optaron por marcharse de sus casas al encontrar una ciudad embelesada por un evento internacional que ha olvidado a su gente y sus intereses.

Y es que además de los desplazamientos que han ocasionado los Juegos, el mensaje que ha dado Francia al aceptar la participación de países como Israel y Ucrania, mismos que se encuentran en medio de dos guerras en las que Occidente ha tomado partido y rechazado a Palestina y Rusia. Una decisión controversial y que ha sido la gota que derramó el vaso entre los franceses.

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Como consecuencia, ante el temor de algún atentado, cuarenta mil barreras han cercado la capital francesa, donde miles de policías con chalecos de protección patrullan por todas las calles y han restringido la entrada a puntos turísticos como la Torre Eiffel, donde para ingresar se debe usar un QR pero que, sin embargo, ante cualquier cambio de humor de los elementos de seguridad, retiran a la gente pese a contar con esta distinción.

El río Sena también está restringido a toda persona que no haya sido inspeccionada y provista de este código digital e intransferible. Anteriormente, el ministro del Interior de Francia, Gérald Darmanin, justificó por semanas estas medidas. En una entrevista a Le Journal du Dimanche, explicó que se ha detectado a “individuos potencialmente peligrosos” solicitando empleo o voluntariado en las Olimpiadas, entre ellos 257 islamistas radicales, 181 miembros de la extrema izquierda y 95 de la ultraderecha. La paranoia se respira en París y los ciudadanos están cansados de ello.