En un tono entre broma y advertencia, el vicepresidente de Estados Unidos, James David Vance, lanzó un mensaje claro a los hinchas que asistirán al Mundial de Fútbol 2026, que organizarán EU, México y Canadá: “Vengan, celebren, pero cuando termine, tendrán que irse a casa”. Las declaraciones, hechas durante una rueda de prensa sobre los preparativos de eventos deportivos en territorio estadounidense, desataron atención por su tono directo y el contexto migratorio del país.

“Esperamos visitantes de casi cien países. Queremos que disfruten los partidos, pero si se quedan, tendrán que hablar con la secretaria Kristy Noem”, añadió Vance, refiriéndose a la titular de Seguridad Nacional, en un comentario que generó risas, pero también subrayó la postura estricta del gobierno sobre el control migratorio.

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El mensaje se dio en el marco de la primera reunión conjunta de planificación para el Mundial 2026, en la que se congregaron figuras clave como el presidente Donald Trump, el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, la secretaria Noem y el secretario de Transportes, Sean Duffy.
El encuentro buscó alinear esfuerzos para un torneo que reunirá a 48 selecciones, marcando un hito en la historia del fútbol.

Durante su intervención, Trump abordó un tema geopolítico candente: la posible participación de Rusia en el torneo. “Si Rusia tuviera la oportunidad de jugar, podría ser un incentivo para terminar la guerra en Ucrania”, afirmó, en alusión al conflicto que motivó la sanción de la FIFA y la UEFA en febrero de 2022, excluyendo a los equipos rusos de competiciones internacionales hasta nuevo aviso.

Con el Mundial a la vista, las declaraciones de Vance y Trump no solo destacan los preparativos logísticos, sino que también reflejan las prioridades políticas de la administración, desde la seguridad fronteriza hasta la diplomacia internacional.
El mundo del fútbol, mientras tanto, observa con atención cómo se desarrollarán estos debates en el escenario global con un ambiente polarizado.