La Plaza de Toros “Vicente Segura” de Pachuca vivió una de sus tardes más intensas en el marco de su festejo aniversario. Con una gran entrada y un encierro de interés de la ganadería de Montecristo —destacando el cuarto, premiado con arrastre lento—, el espectáculo estuvo marcado por la entrega de todos los actuantes y, especialmente, por la dimensión torera mostrada por Ernesto Javier “Calita”.

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El mexiquense firmó una tarde a fuego y ley: en su primero escuchó los tres avisos tras una faena poderosa y de enorme mérito; en su segundo, sin embargo, cambió la noche con dos orejas rotundas que lo alzaron en una salida a hombros llena de verdad. El festejo inició con la participación de los rejoneadores Fauro Aloi y Javier Funtanet, quienes dejaron actuaciones de peso ante toros de transmisión y nobleza en general.

“Sereno”, de 457 kilos, tuvo movilidad y transmisión. Aloi lo templó desde el primer momento, pulseando cada embestida y aprovechando su codicia en el toreo de costado. Las banderillas, clavadas de frente y con autoridad, mantuvieron una constante conexión con los tendidos. Sin embargo, el rejón final no tuvo la contundencia necesaria para asegurar el triunfo, dando el caballista una vuelta al ruedo de peso.

El segundo, “Trojano”, de 452 kilos, permitió al joven rejoneador lucir su tauromaquia pausada y templada. Con “Sabina” abrió las banderillas y más tarde, con “Gitano”, dejó una soberbia banderilla al violín. En el último tercio ejecutó cortas con ajuste y colocó un buen rejón final que, pese a la petición del público, no fue suficiente para que el juez concediera la oreja.

En el tercero, “Cubetero” de 490 kilos, “Calita” apostó fuerte desde la puerta de chiqueros con una porta gayola que marcó la entrega de su actuación. El toro no tuvo transmisión, pero el mexiquense lo sometió con madurez por el pitón izquierdo, llevando muletazos de uno en uno con hondura. El astado tardó en caer y, al usar la espada corta, el torero fue prendido, sufriendo un fuerte golpe en el muslo. El toro terminó amorcillado, haciendo imposible descabellar, y sonaron los tres avisos.

En el séptimo, “Carretero”, de 475 kilos, “Calita” salió decidido a cambiar el destino de la tarde. Con un toro que humilló y tuvo fondo, hiló una faena profunda por el derecho, llevando los muletazos largos y relajados. De rodillas firmó molinetes plenos de verdad y, por el izquierdo, mostró entrega y poder. Una estocada fulminante tumbó al toro de inmediato, y la plaza, llena de pañuelos blancos, le concedió dos orejas, abriendo así la puerta grande.

“Suspiro”, cuarto de la tarde, de 460 kilos, ofreció clase y ritmo. Borja Jiménez lo entendió desde el capote y cuajó en la muleta una faena elegante, templada y de gran expresión. Destacó un cambio de mano excepcional y tres series de naturales despaciosos y redondos. Pinchó y perdió los trofeos, pero el toro fue premiado con arrastre lento y el español dio una vuelta al ruedo.

En el octavo, “Espejero”, de 510 kilos, Jiménez construyó una labor esforzada y de pasajes muy toreros. Esta vez acertó con la espada y cortó una oreja de peso que rubricó su paso por Pachuca.

El quinto de la tarde, “Vencedor” de 474 kilos, tuvo poco motor y fue tardo, pero Fauro Aloi se mostró honesto y valiente, llegándose mucho pese a los arreones. Un certero rejón de muerte le valió una oreja.

El sexto, “Prete”, de 475 kilos, permitió a Javier Funtanet mostrar una de sus faenas más completas. Con “Aztlán” inició con fuerza; con “Sueño” templó de costado y citó de largo, y con “Gitano” se arrimó a milímetros. El carrusel de cortas fue excelso, pero falló con el rejón final y todo quedó en una ovación de reconocimiento.

Con una plaza llena, un encierro variado y actuaciones de entrega total, Pachuca celebró su aniversario con una tarde que quedará en la memoria, encabezada por la rotunda salida a hombros de Ernesto Javier “Calita”, torero que volvió a demostrar que su sitio se conquista con verdad, riesgo y convicción.