Enclavada en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, entre Bucareli y Enrique Martínez, sobre la calle Emilio Donde número 7, se alza la Casa Dondé, un edificio centenario que ha sido testigo mudo de algunos de los episodios más intensos del país. Hoy convertido en espacio cultural, galería, mezcalería, cafetería y sede de la librería Sandor Marai, este inmueble ha sabido adaptarse al paso del tiempo sin renunciar a su alma.

Foto: Aracely Martínez
Santiago Salinas, librero y vecino de este emblemático edificio, comparte que su construcción comenzó en 1912 con la intención de ser una vecindad porfiriana, orientada a alojar a familias de militares acuartelados en La Ciudadela. Sin embargo, su edificación fue interrumpida por los hechos de la Decena Trágica, periodo en el que, según relatos de la comunidad, el lugar y sus alrededores fueron usados como zona de detención y fusilamiento de maderistas.

De vecindad a patrimonio
Tras quedar abandonado por más de una década, el inmueble fue retomado en 1922 y reconvertido en vecindad. Durante casi cien años, familias enteras habitaron sus amplios cuartos, sobreviviendo al deterioro progresivo del edificio. Para el año 2020, muchas se habían marchado, el lugar estaba en ruinas y parecía condenado al olvido.

Fue entonces cuando el proyecto de recuperación impulsado por la Bienal de Arquitectura rescató la Casa Donde del colapso. El edificio fue restaurado desde los cimientos y ganó el Premio Nacional de Arquitectura. Se conservó su estructura original y se añadió un tercer piso de estilo contemporáneo, destinado a residentes permanentes. Hoy, el 30% del inmueble está habitado por personas que viven ahí de forma continua, mientras que el 70% se renta o se utiliza como espacio cultural y comercial.

Entre libros, café y fantasmas
En lo que antes era una bodega con cisternas de agua hoy opera la librería Sandor Marai. Santiago, su encargado, afirma que el lugar no ha perdido su espíritu. “Este edificio está vivo”. Y no lo dice solo en sentido figurado: durante las obras de restauración, trabajadores y vigilantes reportaron sentir “presencias”, escuchar pasos o ver sombras. Algunas puertas se cierran solas, y libros han caído sin causa aparente.

“No son presencias agresivas, simplemente parece que aún hay alguien más aquí”, explica. Aunque no ha presenciado apariciones directamente, le han contado de una figura que baja las escaleras con frecuencia. “Incluso hay una zona donde varios, incluidos personal de limpieza y seguridad, sienten una vibración extraña”.
Memoria viva del 68
El edificio también conserva ecos de otro episodio histórico: el Movimiento Estudiantil de 1968. “Hay fotos donde se ven estudiantes refugiándose en las ventanas del edificio”, comenta Santiago. La cercanía de la vocacional ubicada en La Ciudadela —una de las escuelas protagonistas del conflicto que detonó el movimiento— hizo que la vecindad fuera utilizada como refugio improvisado para los jóvenes que escapaban de la represión policial.

Más allá de sus muros y leyendas, Casa Donde es hoy un refugio en medio del caos. Durante manifestaciones o cierres en la Secretaría de Gobernación, este edificio permanece abierto, ofreciendo un espacio de descanso y respiro. Cafeterías, comida corrida, mezcalerías, arte, libros: todo converge en este inmueble que se ha convertido en punto de encuentro, conversación e historia viva de México.
“Es un lugar que conserva la arquitectura porfiriana, los muros gruesos como de fortaleza, las leyendas, las fotos antiguas, y sobre todo la vida que sigue corriendo por sus pasillos”, concluye Santiago Salinas. La Casa Donde no solo es patrimonio físico, es también memoria, resistencia y cultura.