MARTÍN AVILÉS

Foto: Reuters

Un imperial Checo Pérez rebasó a Carlos Sáinz a cinco vueltas del final para sepultar a Ferrari frente a su gente cual gladiador contra los leones en el Coliseo Romano. El mexicano volvió a subir al podio en el Gran Premio de Italia en el mismo peldaño que hace 11 años cuando cimbró la mundo con su Sauber y fue un digno segundo lugar por detrás de un Max Verstappen intratable, quien se puso las guirnaldas de gloria al romper un hito en el automovilismo mundial tras establecer una nueva marca de triunfos consecutivos en la Fórmula 1 con 10 al hilo.

El jalisciense, de esta manera, llegó a 34 podios en su prodigiosa carrera en la máxima categoría del automovilismo mundial. Red Bull Racing hizo el 1-2 en casa del Cavallino Rampante y todo fue miel sobre hojuelas para el equipo de las bebidas energéticas en el Autódromo Nacional de Monza. Con su decena de victorias, el neerlandés rompió el récord que compartía con Sebastian Vettel con nueve seguidas, pero una década después, la marca se rompió con un piloto también proveniente de Milton Keynes. Además, la escudería de origen austriaca se convirtió en la primera que gana 15 competencias de manera seguida.

Pérez Mendoza había arrancado en la posición quinta, pero su magistral manejo lo devolvió al podio tras una colosal pelea con el español Sainz, quien tuvo que conformarse con la tercera posición y con ser nombrado piloto del día, luego de resistir lo más que pudo a los ataques de los Red Bull al iniciar desde la pole position. El volante de 29 años se defendió cuanto pudo, pero el de Países Bajos lo rebasó rápidamente para regresar a su lugar por naturaleza, a la cabeza del pelotón.

Fue en el giro 15 cuando ‘Mad Max’ tomó la punta de la carrera y no la soltó. A la par, llegó la primera víctima del mexicano, quien hacía su lucha aparte. Fue George Russell y sus Mercedes quien cayó primero a costa del azteca; después fue Charles Leclerc, a quien Checo le quitó el tercer puesto. Y así comenzó la cacería del tapatío con un Sainz temeroso.

El ibérico dejaba para la maniobra del mexicano. Por la radio, el propio Pérez decía a su equipo que no veía por dónde hacer el adelantamiento. Pero tan maduro como suele ser, Checo tuvo la paciencia necesaria. Intentó una y otra vez hasta que finalmente el español no pudo resistir cuando el de Guadalajara activó el DRS y tuvo que ceder la posición en la vuelta 46.

A partir de ese momento, el tapatío y el campeón mundial no tuvieron ningún problema para completar la hazaña de Red Bull en Monza. Los dos Ferrari tuvieron su propia película de terror pues Leclerc quería un poco de recompensa en el circuito de casa ante los Tifosi. El monegasco tocó al español y hasta por un momento le arrebató el podio, pero Sainz se recuperó y finalmente fue él quien se quedó con el último lugar de privilegio.

Checo demostró que tiene pasta de gladiador y una vez más silenció a sus detractores. Cruzó la meta en el lugar que le corresponde ante un sublime Verstappen y miró la pista del circuito lombardo desde el segundo cajón del podio, donde alguna vez se impulsó para llegar al cielo por donde ahora surca hacia la gloria.