Con un golpe de mallete -el martillo ceremonial- sobre la base de madera diseñada para ello, la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Lucía Piña Hernández, cerró una era de tres décadas de este órgano judicial, que fue integrado tras la reforma electoral de 1994, en la época de Ernesto Zedillo.
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Con los ojos llorosos y la voz entrecortada, la ministra dio su último discurso en una sesión oficial de la Corte, con lo que termina su etapa al frente del máximo órgano electoral, pues el 31 de agosto dejará ese cargo, para darle paso a la presidencia de Hugo Aguilar Ortiz, el segundo indígena que presidirá la Corte, después de Benito Juárez.
Desde la mañana, en la vieja sede la Corte, que da la cara a la plancha del zócalo capitalino, se vivió un ambiente de despedida y tristeza por el fin de una era. Poco antes de las 12 del día, por el pasillo que conduce al salón de sesiones, desfilaron, por última vez en esta época, los diez ministros, de los cuales tres repetirán en sus cargos.
Uno a uno, fueron desfilando entre una valla de secretarios de estudio, actuarios, oficiales y trabajadores, los ministros, a la mayoría de ellos los recibieron con aplausos, hasta a Loretta Ortiz, una de las que se quedan. Pero cuando fue el turno de la ministra Lenia Batres, una de las más críticas de los dispendios de la Corte, el silencio fue sepulcral.
Al final de la sesión, fue la única que no aplaudió al discurso de Piña, pese a que está le dio las gracias en primer lugar en su discurso. Yasmín Esquivel apenas si esbozó un brevísimo aplauso.
⚖️ Hoy fue la última sesión del Pleno de #LaCorte con su integración actual.
— Suprema Corte (@SCJN) August 20, 2025
Sus sentencias impulsaron la protección de los derechos, la democracia y las libertades de todas y todos en México. 🇲🇽👇 pic.twitter.com/u2NhILGT6L
Y es que, tras una sesión de apenas hora y media y tras rechazar impugnaciones contra las elecciones de dos magistrados de la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), con lo que queda firme la designación de Gilberto de Guzmán Bátiz y Claudia Valle Aguilasocho, la ministra Norma Piña subrayó que la justicia no es una obra concluida, sino una construcción viva que trasciende a las personas.
“Al levantar esta sesión, culmina un ciclo fundamental de la vida pública mexicana que inició hace poco más de 30 años. Esta historia se ha escrito con debates intensos, disensos fecundos y consensos que, lejos de aplacar la diversidad, han fortalecido el núcleo de nuestra democracia. Este instante, cargado de memoria, de futuro, es un recordatorio de que la justicia no es una obra concluida, sino una construcción viva que nos trasciende. Hoy, más que nunca, resulta imperativo reconocer el papel histórico de este Tribunal constitucional“, dijo tras agradecer uno a uno a los ministros su trabajo.
Ya lejana aquella ceremonia del 5 de febrero de 2023, cuando la ministra no se levantó a la llegada del entonces presidente Andrés Manuel López Obrador, y que sería, por lo menos en el imaginario colectivo, el principio del fin de esta Corte, Piña Hernández reivindicó el papel de los ministros y aseguró que la historia los juzgará.
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“Es así que el trabajo, de cada uno, es la mejor voz y lo que hace cada uno en la labor cotidiana por la justicia es nuestro legado. La congruencia, la ética, el trabajo, la perseverancia, la excelencia, la honradez y la dignidad son y serán la mejor carta de presentación ante el escrutinio de la historia“, dijo en tono nostálgico.
Antes de la última sesión del 26 de agosto, en la que sólo se rendirán los informes institucionales, la ministra, primera mujer presidenta de la Corte, terminó su intervención agradeciendo a quienes integraron y sostuvieron el trabajo del tribunal constitucional, los que no se ven, por su trabajo en la defensa del bastión en la defensa de la democracia constitucional y las libertades.

Norma Piña. / Cuartoscuro.com 


