NATALIA PESCADOR
MADRID.- El segundo festejo de la Feria de San Isidro evidenció, una vez más, que cuando falla el toro, solo la entrega de los toreros puede salvar una tarde del naufragio. La ganadería de El Pilar, mayoritaria en el cartel, volvió a defraudar en Las Ventas con una corrida descastada, desigual de hechuras, escasa de fuerza y sin clase. Apenas hubo un toro con opciones, y aun así, dos jóvenes —David Galván y Víctor Hernández— emergieron con una actitud férrea y decidida, dejando pasajes que despertaron emoción en una plaza exigente, fría por el viento y por el ánimo.
El desencanto inicial: Urdiales sin opciones
Abría plaza Diego Urdiales con “Burreñito”, un ejemplar de 606 kilos, colorado y serio de presencia, que no ofreció ningún argumento para la lidia. Desde la salida fue incierto y áspero, y en la muleta terminó por derrumbarse física y anímicamente. Urdiales trató de sostenerlo con temple en el capote y voluntad en la muleta, pero el viento, la invalidez del astado y un mal manejo de la espada lo condenaron al silencio. Nada cambió con el cuarto, “Burriño”, otro animal sin celo ni transmisión, que el torero riojano despachó con profesionalidad pero sin posibilidad alguna de lucimiento.

David Galván: el arte de inventarse una faena
La tarde tomó otro color con el segundo de la tarde, “Burredor”, de 575 kilos, con el que David Galván dejó momentos de gran torería. Desde el saludo capotero mostró firmeza y gusto. El toro, dentro de la medianía general, tuvo cierta movilidad en los primeros compases y permitió al gaditano estructurar una faena en constante crecimiento. Con el pitón derecho toreó largo, templado y con mano baja; luego, al natural, dibujó tandas con pureza y claridad de ideas. En el tramo final, cuando el toro ya apuntaba a menos, Galván sorprendió con cambiados por la espalda y una arrimona de valor sincero. La espada cayó trasera y el descabello se demoró, lo que le costó dos avisos. Aun así, el público pidió la oreja con fuerza. El palco no la concedió, pero la vuelta al ruedo fue más que merecida.

Con el quinto bis, de Castillejo de Huebra —que sustituyó a un titular devuelto por flojo—, Galván volvió a dejar clara su disposición. Ante otro toro deslucido, fue él quien se impuso, exprimiendo al máximo lo poco que ofrecía. Muletazos hondos, muy asentados, y una actitud dominadora marcaron una faena que creció desde la convicción. Esta vez, el espadazo fue certero y la petición se repitió. De nuevo, vuelta al ruedo con reconocimiento.
Víctor Hernández: valor a carta cabal

El tercer espada, Víctor Hernández, fue la gran sorpresa —o confirmación— del festejo. En su primero, “Busca Oro”, de 555 kilos, se encontró con un toro de altísimo peligro, que se orientaba, miraba al torero y buscaba el pecho. Hernández no se arredró. Lo enfrentó con temple y verdad, logrando muletazos aislados pero de mérito incalculable por el terreno que pisaba. En una plaza como Madrid, eso vale. Remató con una estocada de verdad, efectiva y sincera. La oreja fue pedida y concedida con justicia.
El sexto, otro sobrero, esta vez de Villamarta, fue aún más incierto y peligroso. Desde los primeros compases desarrolló sentido y buscó al hombre. Hernández, lejos de amilanarse, se plantó firme, construyó una labor de entrega total, y reafirmó que en su toreo no hay medias tintas. Se cruzó, se la jugó y dejó una imagen de torero con argumentos y con hambre de consolidarse. No hubo trofeo, pero sí una sólida carta de presentación ante la exigente afición venteña.

Balance general: toreros por encima del toro
En resumen, el festejo dejó una sensación agridulce. Por un lado, el desencanto por la corrida de El Pilar, que naufragó casi por completo, sin clase ni fuerza ni emoción. Por otro, el valor y la firmeza de dos toreros jóvenes que sostuvieron la tarde y merecieron más premio del concedido. David Galván exhibió un concepto refinado y de gran conexión con Madrid, mientras que Víctor Hernández sacó músculo emocional con una actitud irreprochable y pasajes de gran verdad. Urdiales, digno en su impotencia, tuvo que lidiar con lo más infumable del encierro.
Ficha del festejo
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Segunda corrida de la Feria de San Isidro. 20.586 espectadores (casi lleno en tarde fresca y ventosa). Se lidiaron cuatro toros de El Pilar, deslucidos y sin fuerza; uno de Castillejo de Huebra (5º bis), manejable sin clase; y uno de Villamarta (6º bis), con peligro.
• Diego Urdiales: silencio en ambos.
• David Galván: vuelta al ruedo tras dos avisos y vuelta al ruedo.
• Víctor Hernández: oreja y palmas.