Es necesario un nuevo modelo para los países, donde el desarrollo sustentable y social vayan de la mano para generar un cambio en la sociedad, toda vez que el crecimiento económico ya no es suficiente para el progreso de un país.
Así lo estableció el presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), José Medina Mora Icaza, durante el VII Congreso organizado por el Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (CEAPI), donde presentó el Modelo de Desarrollo Inclusivo, que impulsa el sindicato patronal desde hace dos años.
“Un modelo de país en donde tiene que haber desarrollo económico, pero tiene que ir de la mano del desarrollo social, que nadie se quede afuera; y de la mano del desarrollo sustentable, es decir, utilizar los recursos de manera responsable, aprovechando los recursos de la naturaleza”.
En Cartagena de Indias, Colombia, donde se lleva a cabo el evento, también detalló que el progreso social incluye la educación de calidad, la salud para todos, la vivienda digna y un salario digno; además del respeto al Estado de Derecho, a las libertades, defensa de los derechos humanos, una actuación ética e íntegra y seguridad, justicia y paz.
La mesa de análisis en la que participó Medina Mora se centró en debatir cómo desde pequeñas empresas, hasta corporaciones multinacionales, y cada vez más organizaciones, están reconociendo el poder de la sostenibilidad como motor de innovación, competitividad y crecimiento a largo plazo.
Agregó que, a través de esta perspectiva, no sólo están cumpliendo con su responsabilidad ética hacia el planeta y las comunidades en las que operan, sino que también están descubriendo nuevas oportunidades para diferenciarse en un mercado cada vez más consciente y exigente.
Al lanzarse la pregunta de “¿cuál es el gran reto en América Latina traducido en el sector privado?”, se llegó a la conclusión de que las empresas son un vehículo del cambio. Y en ese tenor, el presidente de la Coparmex habló sobre la falta de desarrollo social en México reflejado en la pobreza educativa, pues muchos trabajadores dejaron la educación formal para incorporarse a la vida laboral y les llevará tres generaciones el volver a tener educación en forma.
“Pero si las empresas toman responsabilidad y acompañan a sus trabajadores, completar la educación formal tomaría una sola generación. Lo mismo ocurre con la pobreza patrimonial o financiera, donde se tiene que voltear a ver a los que menos ganan en las organizaciones y centrarse en incrementar sus ingresos, y con eso lograr disminuir las desigualdades que son una realidad en los países de Latinoamérica”, señaló y aseveró que, con estas acciones, el empresariado debe poner a las personas al centro de las decisiones y el desarrollo.

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