Crisis ambiental en CDMX, por 500 años de malas decisiones

PATRICIA RAMÍREZ   Los problemas ambientales de la Ciudad de México son resultados de más de 500 años de decisiones inadecuadas que han llevado a la capital a una situación de severa contaminación ambiental, que se refleja en una muy mala calidad del aire, aseguró el doctor Rodolfo Sosa, del Instituto de Ciencias de la

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PATRICIA RAMÍREZ

 

Los problemas ambientales de la Ciudad de México son resultados de más de 500 años de decisiones inadecuadas que han llevado a la capital a una situación de severa contaminación ambiental, que se refleja en una muy mala calidad del aire, aseguró el doctor Rodolfo Sosa, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Explicó que en las ciudades elevadas hay un déficit en la masa de oxígeno para un mismo volumen de aire, a esas alturas, como en la CDMX, La Paz y El Alto (a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar), en Bolivia, la gente necesita inhalar un mayor volumen de aire, por lo tanto, respira mayor cantidad de contaminantes.

Precisó que al estar asentada en una cuenca, una zona prácticamente cerrada, ha contribuido también al deterioro de la calidad del aire en la zona metropolitana de la Ciudad México.

Añadió que la desecación del Lago de Texcoco, el entubamiento de los ríos, la descarga de aguas residuales sin tratamiento, el crecimiento de la mancha urbana y la altura de la Ciudad de México son factores que a lo largo de 500 años han ido generando problemas medioambientales en la capital del país, incluyendo una cada vez más mala calidad del aire.

Recordó que, en 1325, al fundar su ciudad en una isla en medio del lago de Texcoco, los mexicas comenzaron a desarrollar las zonas adyacentes, incluidas las chinampas como tierras de cultivo. Para 1449 la mancha urbana ya había crecido de manera considerable y a petición de Moctezuma I, se habían construido el albarradón de Nezahualcóyotl (dique para regular las aguas de los lagos de Zumpango y Xaltocan y evitar las inundaciones) y algunas avenidas para comunicar Tenochtitlan con algunos pueblos de las riberas del lago.

Con la conquista y la caída de Tenochtitlan, se destruye la ciudad y se le gana terreno al lago desecándolo y aumentando gradualmente la mancha urbana para edificar lo que ahora es la Ciudad de México.

En relación con las aguas residuales que se generaban en la ciudad, éstas eran descargadas a los ríos que en época de lluvias aumentaban su caudal y el peligro de inundación.

Para evitar que estas aguas contribuyeran a la inundación, se comenzaron a entubar los ríos y sus aguas se envían fuera del Valle de México a través del gran canal de desagüe, que en 1900 inaugura el presidente Porfirio Díaz.

Desde principios del siglo pasado las tolvaneras eran ya un problema de contaminación atmosférica que además de impedir la visibilidad causaban enfermedades respiratorias y gastrointestinales por la cantidad de microorganismos patógenos que en un momento dado también se incorporan a estas partículas.

Más tarde, Nabor Carrillo, con el fin de evitar el impacto de las tolvaneras, propone sembrar pasto y otros cultivos donde estuvo el lago de Texcoco y la poca agua que queda se concentra en el hoy lago Nabor Carrillo.

En 1945 se inicia el entubamiento del río de La Piedad, que dio lugar a lo que ahora se conoce como Viaducto Piedad; posteriormente se entubó el río Churubusco, con lo que se dio el proceso de conversión de ríos en vialidades.

Para que la mancha urbana no siga creciendo, Sosa recomienda descentralizar actividades económicas y fortalecer otros polos de desarrollo en el país. No todas las actividades se deben concentrar en el Valle de México.

Poco a poco, el sector industrial y otras actividades administrativas pueden trasladarse, bajo una evaluación costo-beneficio considerando estrictas medidas ambientales, a otras zonas con la “calidad del aire no tan deteriorada” y con mayor disponibilidad de agua, de materias primas, mano de obra, entre otros factores, con lo que se incentivaría el desarrollo de otras regiones.

También es necesario tratar las aguas residuales antes de descargarlas a ríos o lagos, así como separar el agua de lluvia para su mejor aprovechamiento y recuperación pues ya se cuenta con la tecnología para capturarla y tratarla.

En estas acciones deben participar todos los sectores: productivo, de transportes, gobierno, medios de comunicación, academia y ciudadanos.

A fin de cuentas, dice Sosa, estamos en una zona lacustre “Y la historia vuelve. La naturaleza nos lo recuerda, por eso ocurren fenómenos como las inundaciones, condiciones favorables para la formación de contaminantes secundarios, condiciones desfavorables para su dispersión, etcétera”.