Del Toro y la indiferencia

Isaac del Toro triunfa en ciclismo pese a la falta de apoyo. Como Marlen Gómez, los atletas mexicanos enfrentan abandono institucional y luchan solos



Los atletas de alto rendimiento en disciplinas que no sean el futbol brotan como las flores en el desierto en México. Sin estructuras, programas ni recursos (el presupuesto destinado para la Conade, por ejemplo, tendrá en 2026 tres años consecutivos con recortes), los deportistas son sólo producto de esfuerzos personales y de sus familias.

Isaac del Toro, el joven ciclista mexicano que irrumpió a nivel internacional este año, es el último botón de muestra. Durante su camino al éxito, el ensenadense de 21 años tuvo apenas dos bicicletas nuevas con las que pudo entrenar, antes de ser fichado por el Monex Pro Cycling, una escuadra de origen mexicano con base en San Marino. El resto fueron armadas, con piezas usadas de otras bicicletas desmanteladas.

A eso se suman gastos en su salud que el sistema público no pudo cubrir. “Tuvo osteoporosis muchos años, tuvo tumores y un hueco en la mandíbula. Todo porque se esforzaba mucho; ocupaba medicamentos, suplementos y cosas muy difíciles de pagar, porque el cuerpo de un superatleta no sólo necesita frijoles, se ocupaba mucho dinero en consultas, medicamentos, suplementos, estudios…”, dijo en junio pasado José del Toro, padre del ciclista, en una entrevista con la comunicadora Katia López.

Fue su manera de responder a un tuit de la Conade el 29 de mayo. En X, la dependencia dijo que Isaac era “fruto de la Olimpiada Nacional” creada por la misma comisión, luego de ganar la etapa 17 del Giro de Italia. “¿Qué puedo decirle a Rommel (Pacheco, director de la Conade)? Es una falta de respeto para mí, para Isaac y para los deportistas que sí hacen su trabajo. ¿Cómo hablan de apoyo?”, atizó el padre.

La deuda de las instituciones no es privativa en el caso de Isaac. La viven todos cada día en todos los ámbitos. Marlen Gómez buscaba emular una carrera deportiva como Del Toro. Ensenadense, al igual que el ciclista, a sus 15 años ya representaba al municipio en competencias locales de atletismo, con el Team Aferrados. El 20 de enero de este año, pasado el mediodía, cruzaba Reforma, la avenida principal de Ensenada. Para pasar de lado a lado, hay que atravesar ocho carriles. En ese entonces el alto duraba 16 segundos –hace apenas un mes lo ampliaron a 25– y la gente tenía que correr prácticamente para llegar al otro lado. Ese día, un chofer de un autobús de la empresa de transporte público Transfuturo Amarillo y Blanco no quiso esperar esos 16 segundos, se pasó el alto a toda velocidad y arrolló a la menor. Marlen fue lanzada casi 30 metros y sufrió múltiples fracturas y heridas graves.

El chofer fue detenido durante 48 horas, pero luego lo dejaron libre. La empresa de transporte se amparó para evitar el pago de los gastos médicos acumulados por la familia y la aseguradora Qualitas les negó el pase médico. A eso se suma que la fiscalía de Baja California no dio acceso a la carpeta de investigación a la familia. Es decir, casi 10 meses después no hay responsables.

En cuanto a Marlen, el sistema de salud pública no le ha ofrecido una respuesta adecuada a sus necesidades médicas, por lo que sus padres decidieron trasladarla a un hospital privado. Le han realizado dos cirugías. Hasta agosto pasado, los gastos ya habrían ascendido a un millón y medio de pesos.

Así como los atletas tienen que emprender un esfuerzo personal para cumplir sus metas, ante un aparato institucional que no funciona, la familia de la menor se lanzó por su cuenta, sin respaldo, en la búsqueda de rendición de cuentas. Llevó en junio el caso a Palacio Nacional. Con lonas y pancartas intentaron llegar a oídos del Ejecutivo. Sólo pudieron dejar un escrito a la Presidenta. También fueron al Senado y a la Corte para visibilizar el caso.

Quien encabezó los reclamos fue Abel Gómez, padre de Marlen. Desde enero visitó todas las instituciones posibles a nivel municipal, estatal y federal. Era policía en activo del municipio y un runner. Hace casi dos meses (el 17 de agosto), falleció mientras corría el Medio Maratón de Ensenada. Sufrió un infarto a sus 39 años. Días antes había ido al Congreso local a la comparecencia de la fiscal estatal, María Elena Andrade, para exigir justicia por su hija. Murió sin tener certezas sobre el futuro de Marlen y enfrentando la barrera institucional que sufren millones día a día.