Desarrolla científico mexicano sustancia para atacar tumores a partir de un hongo

PATRICIA RAMÍREZ   Una sustancia derivada de un hongo que se encuentra en diversas partes del país podría coadyuvar para atacar tumores malignos e infecciones en seres humanos, de acuerdo con estudio de especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). El maestro José Norberto Vásquez Bonilla, alumno del doctorado en Biotecnología de la UAM, realiza

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PATRICIA RAMÍREZ

 

Una sustancia derivada de un hongo que se encuentra en diversas partes del país podría coadyuvar para atacar tumores malignos e infecciones en seres humanos, de acuerdo con estudio de especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

El maestro José Norberto Vásquez Bonilla, alumno del doctorado en Biotecnología de la UAM, realiza una investigación sobre la producción acelerada de la molécula Beauvericina (BEA), proveniente de algunos hongos que infectan plantas e insectos, en particular el Fusarium oxysporum, que podría disminuir costos de terapias contra el cáncer y otros padecimientos.

Descubierta en 1969, a esta sustancia se le han atribuido actividades biológicas como insecticida, antibiótico, antimicótico, antiviral y, más recientemente, como agente antitumoral, por lo que se llevan a cabo diversos estudios, entre ellos el del maestro Vásquez Bonilla, enfocado en la acción antitumoral y la generación rápida del compuesto.

El objetivo del estudio es la obtención a futuro de un fármaco basado en BEA para tratar infecciones bacterianas, virales y distintos tipos de cáncer, e incluso podría utilizarse en conjunto con los medicamentos habituales para potenciar su efecto o reducir las secuelas que éstos provocan.

El también licenciado en Química Farmacéutica Biológica de la UAM Xochimilco precisó que busca atender un problema real de la sociedad, ya que representa una de las principales causas de muerte en el mundo, frente a la cual la química, la fisicoquímica y la biotecnología tienen mucho que aportar.

La Beauvericina suele hallarse en algunos hongos que se encuentran en la naturaleza infectando insectos y plantas y, aunque posee diferentes actividades biológicas, el interés está centrado en su capacidad anticancerígena, cobrando auge en relación con el cáncer desde el año 2000; a partir de entonces se han practicado experimentos, entre los cuales algunos que propician el crecimiento de las células cancerosas para observar la toxicidad del compuesto en éstas.

Además, se ha incrementado en forma exponencial la investigación de esa molécula y su impacto en distintos tipos de cáncer, comprobándose sus propiedades con efectividad contra los de mama, retinoblastoma, piel, páncreas y otros, pero sobre todo en casos de cáncer de pulmón.

El doctorante explicó que BEA es bastante costosa –alrededor de mil pesos por miligramo– y debido a su complejidad no se puede sintetizar químicamente, como ocurre con la mayoría de los fármacos, por lo que debe recurrirse a técnicas biotecnológicas.

Ante estas limitaciones, su objetivo central es cultivar Fusarium oxysporum, con el fin de aplicar estrategias biotecnológicas para lograr BEA, por ejemplo, semejando las condiciones donde el hongo puede encontrarse en la naturaleza o sometiéndolo a ambientes diversos de estrés donde compita con otras especies, dándoles nutrientes y oxígeno, menos humedad.

La primera parte del proceso consiste en aumentar la producción del compuesto, probarlo en células cancerígenas y luego comparar sus efectos, individual y en conjunto con otros fármacos, con la finalidad de proponer terapias innovadoras contra el padecimiento. Esto es relevante, pues son conocidos los estragos secundarios de quimio y radioterapias, en especial la pérdida de cabello y de defensas, así como los dolores estomacales.

La combinación de BEA con otros medicamentos ayudaría a aminorar la cantidad de quimioterapias y, en consecuencia, las reacciones adversas; además serían más económicas, menos agresivas y el consumo menor de fármacos llevaría a una rápida recuperación del paciente, explicó.

Los estudios existentes hasta ahora han reportado la obtención de BEA en un mínimo de nueve días y, al alcanzar la producción máxima, se destruye en el hongo por sí misma, disminuyendo a los 13 días hasta en 50 por ciento.

Otros análisis comprenden entre dos y tres semanas e incluso hasta 28 días para crear la molécula, por lo que la contribución del científico es que a los siete días se alcanza la mayor generación, que se mantiene durante cinco días, es decir, se cuenta con ese margen para extraerla y purificarla.

Al aplicar todas estas técnicas biotecnológicas, el aumento en la elaboración de BEA ha sido de hasta 400 por ciento, por la vía de cultivos convencionales; la reducción del tiempo a tan sólo siete días, manteniéndose durante cinco días, convierte a este sistema en el más rápido descrito hasta ahora a nivel mundial, expuso el maestro en Ciencias Farmacéuticas por la Unidad Xochimilco.

El siguiente paso en su trabajo –publicado en la revista especializada Mycotoxin Research– es realizar las pruebas para combinar BEA con sustancias anticancerígenas –que son por sí mismas mucho más caras que dicha molécula– con la finalidad de determinar si la multiplicación de las células cancerosas se detiene o si el tamaño de los tumores disminuye, empleando menos cantidad de la sustancia anticancerígena, lo que a su vez reduciría las drásticas secuelas de la mayoría de fármacos dispuestos para las quimioterapias.

Vásquez Bonilla indicó que hasta el momento hay sólo dos proyectos en el mundo que han llegado a etapas en las que BEA haya sido probada con tumores en ratas, pero esta labor científica es todavía amplia y faltan muchos años para seguir indagando esta molécula, hacer análisis en otros animales y, en el futuro, obtener un nuevo medicamento contra el cáncer.