Día 16: La reconfortante sensación de no ser el primero en perder

Ese tercer lugar se ha convertido en el refugio perfecto para una delegación azteca que encuentra en el bronce a su medalla favorita con 38 en la historia



París, Francia.- Ya había personas en el Ángel de la Independencia preparadas para celebrar. En Roland Garros, una abrumadora mayoría mexicana atiborraba las gradas de la Philippe Chatrier y los bares de París más parecían sucursal del Tenampa. Todo estaba listo para celebrar el triunfo de Marco Verde en la Final del peso welter del boxeo de los Juegos Olímpicos 2024, mismo que habría significado el desenlace de una sequía de 12 años —y contando— sin una medalla de oro para México en una justa veraniega. Pero no pasó.

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Fue durante la exhaustiva jornada que generó la inesperada medalla de plata de Prisca Awiti que en una charla entre colegas surgió esa pregunta más bien retórica sobre si se disfrutaba más una presea argenta o una de bronce. La respuesta lógica es tan simple como que la plateada se entrega al segundo lugar y la cobriza al tercero. Y ni qué decir en México, que las autoridades otorgan una premio de 2 millones y de 1 millón, respectivamente.

Por donde se le vea, ganar una presea plateada es mucho mejor que una de menor valor, pero es en la subjetividad de la percepción que se abre el debate, pues, siendo sinceros, se ven muchas más caras largas tras una plata que cuando se consigue un bronce. Dicen que el segundo lugar es el primero en perder y dependiendo el caso de cada deporte y su formato de competencia, lo cierto es que un esquema de eliminación directa, quien llega a una Final y la pierde, tiene una desazón mucho mayor que el que gana el premio de consolación.

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La sensación de ganar en una última competencia, por más que se trate de un enfrentamiento por un tercer lugar, es más gratificante que la de perder en el duelo más importante, mientras el derrotado encima debe de ver a su vencedor en la cúspide y bañado en oro. No hay mayor decepción que haber llegado tan lejos y no dar el ancho en el momento en que todo el mundo espera lo mejor de ti y qué mejor parábola de la vida que eso.

No hay sensación más reconfortante que la de no ser el primero en perder. El equipo mexicano de tiro con arco femenil conformado por Alejandra Orozco, Ana Paula Vázquez y Ángela Ruiz se llevó un dignísimo bronce de París. No podían ocultar sus sonrisas y celebraron en grande tanto ellas como los aficionados, pues vencer a Países Bajos tiene un simbolismo especial para este país desde 2014. En contraste, la derrota de Marco Verde contra el ahora campeón olímpico del peso welter y de nombre impronunciable, Asadxo’ja Mo’ydinxo’jayev, hizo imposible el celebrar a placer.

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Lo mismo ocurrió con Prisca, quien tan pronto aseguró cuando menos ganar el bronce, su familia se soltó a llorar, en cambio, cuando ganó una medalla de mayor valor como la plata, pero en consecuencia dejó escapar el oro, esa sensación de insatisfacción abundó por todo el país. A nadie le gusta perder, y ese tercer lugar se ha convertido en el refugio perfecto para una delegación azteca que encuentra en el bronce a su medalla favorita con 38 en la historia, es decir, el 48.7% del total. Casi la mitad de la cosecha y un espejo de lo que somos como sociedad, al preferir la mediocre sensación de no ser los primeros en perder.