Día 5: La preocupante similitud entre los precios de París y los de México

Te traemos la columna de Martín Avilés, nuestro reportero en París, quien durante los próximos días nos mostrará el ambiente de los Juegos Olímpicos desde otro punto



Enviado / París, Francia.- Conocí a Limón en La Esquinita, una tienda de productos mexicanos que se ha convertido en un oasis para todo compatriota cuya añoranza por el sabor del picante o la burbujeante sensación de una suave cerveza de origen nacional, pueden ser saciadas con solo visitar el número 36 de Rue de la Lune, justo en el filo de la intersección con Rue Notre Dame de Recouvrance.

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Originario de Coyoacán, Ciudad de México, este chilango no ha perdido ese picante humor tan único que nos caracteriza. Mencionar la palabra ‘chile’ es peligroso en una plática causal entre mexicanos, pues se sabe antemano que puede derivar en un espiral infinito de posibles respuestas en doble sentido, mismas que Limón no ha podido emplear demasiado a más de 9 mil kilómetros de distancia de casa, inmerso en una cultura sumamente distinta.

Después de un par de albures que —debo confesar— no veía venir y que pusieron en jaque mi mexicanidad, el hielo se rompió por completo y hablamos de todo y nada, como solo hacemos los de pasaporte tricolor así sea en una ciudad donde nadie habla nuestro idioma y mucho menos entenderían esos juegos de palabras que nos distinguen. Limón no soltaba su lata de cerveza Tecate, de la roja, porque la light no es para un chilango.

Lleva ya cinco años fuera de México y trabaja como mesero en un bar de Versalles, pero ha aprovechado su día descanso para visitar a Fernando, uno de los dueños de La Esquinita, con quien entabló una profunda amistad a los pocos días de haber llegado a París. Su nombre es Gilberto Limón, aunque su apellido se ha convertido en apodo, como es común en México con todo nombre que salga del molde.

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Hace un año fue la última vez que Limón viajó al país, cuando presumió a su francesa novia todo eso que hace única nuestra cultura. Al llegar, notó que aquellos precios que le parecían de alguna forma asequibles cuando se mudó a Francia, ya no existían más, y ahora se parecían mucho más a lo que paga en París en una salida a cenar, por poner un ejemplo. Y es cierto. Si algo me ha dejado perplejo es el hecho de que una salida a comer en esta ciudad es prácticamente el mismo precio que se desembolsa en la zona Centro de la CDMX —entiéndase Centro Histórico, Roma, Condesa, Polanco y demás colonias aledañas—, como producto de la dolorosa gentrificación que cada vez expulsa a más locales, a quienes les resulta incosteable vivir en su propia tierra y se ven obligados a desplazarse.

En un rápido conteo, el promedio por alimento que he pagado en París es de unos 12 euros, que al tipo de cambio en el momento en que se escribe esta columna, son 242 pesos mexicanos, una cantidad muy similar a la que se puede gastar en una comida en el área más céntrica de nuestra capital. Y ni qué decir de la renta, pues según cifras, un alquiler por mes en esta ciudad oscila en 700 euros, unos 19 mil 800 pesos.

En comparación, la Alcaldía Cuauhtémoc de la CDMX cerró 2023 como la localidad más cara para rentar un inmueble con un precio promedio de renta en la demarcación de 22 mil 911 pesos mensuales, es decir, 36% más que los 16 mil 828 pesos que pagaba un inquilino el año anterior. Algo sumamente alarmante ocurre en nuestra amada ciudad.