Cuando Diego Pavia tenía 5 años de edad, lo rechazaron del equipo de futbol americano donde jugaban sus hermanos al ser muy pequeño. Fue la primera de muchas veces que en el deporte le han dicho que no. Pero su madre Antoinette Padilla, al ver la desilusión del pequeño, alteró su certificado de nacimiento para que pudiera jugar contra niños de mayor edad. Y así fue como el hoy quarterback de los Vanderbilt Commodores que tiene de cabeza al football colegial, aprendió a hacerse grande entre la adversidad.
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Diego no entendía cuando niño por qué su madre decía no tener hambre a la hora de la cena y se iba a dormir prácticamente sin ingerir alimento alguno, hasta que de grande comprendió lo difícil que le resultaba el alimentar a sus cuatro hijos. Esa fortaleza con la que su progenitora afrontaba la vida, la adoptó como suya y así se ha convertido exactamente en el jugador y líder que siempre supo que podía ser.
Recién el fin de semana, el mariscal de campo de raíces mexicanas llevó a los Commodores a una sorprendente victoria por marcador de 40-35 ante el todopoderoso Alabama, con una actuación suprema de Pavia, quien completó 16 de 20 pases para 252 yardas, así como 20 acarreos para 52 yardas, cifras con las que comandó la primera victoria de Vandy contra Crimson Tide en 40 años en el FirstBank Stadium en Nashville. De hecho, se trató de la mayor victoria en la historia del programa colegial.
Vanderbilt no había vencido a Alabama desde 1984 y había perdido 23 partidos consecutivamente ante ellos. Incluso los Commodores tenían un récord de 0-60 contra los cinco mejores equipos de AP. Pero el nacido en Albuquerque, Nuevo México, el 30 de abril de 2001, tenía otros planes contra esa estadística.
Quien fuera el Jugador Ofensivo del Año de la Conferencia USA en New Mexico State y llegó a Vanderbilt como estudiante de posgrado tenía en él un gran resentimiento por no haber sido reclutado por programas más grandes. Pero así como le enseñó su madre, no claudicó y ahora, ha demostrado su verdadero valor ante el mejor equipo.
El sábado pasado, contra el equipo número uno del país, Pavia pasó de ser un mariscal de campo underground, a erigirse como un héroe de culto para los fanáticos de Vanderbilt, adonde llegó a través de una transferencia esta temporada baja. Diego posee un estilo arrogante y un juego descarado que equilibra con una ética de trabajo tenaz y una positividad contagiosa. Pero siempre festivo.
“En Nuevo México, eso es lo que hacemos, ¿sabes? Si era la fiesta de cumpleaños de un niño de dos años, la fiesta se volvía loca. Es una locura. Nos lo pasamos muy bien la noche del sábado, por decir lo menos”, confesó a los medios.
Su hermano Roel Pavia confesó que durmió si acaso unas cuatro horas durante todo el fin de semana y se trasladó de un bar al aeropuerto para tomar un vuelo temprano de regreso a Nuevo México el lunes por la mañana. “Fue el mejor día de mi vida hasta ahora. Y tuve algunos buenos”, dijo Roel, orgulloso de su pequeño hermano.
Y no es para menos, pues el mexicoestadounidense le propinó a Bama su primera derrota ante un equipo no clasificado desde que el cubano Zach Calzada liderara a Texas A&M sobre Alabama en 2021. Diego era un gran fanático de Johnny Manziel mientras jugaba para Texas A&M y consolidó su leyenda con una victoria sorpresa precisamente ante Alabama hace 12 años atrás. Ahora, Pavia diseñó su propia proeza inspirado en el exganador del Trofeo Heisman que fracasó en la NFL con Cleveland Browns. Historia pura.