Diego Urdiales y la verdad del toreo en una tarde de matices

Diego Urdiales brilló con su toreo puro y verdadero, alcanzando su máxima expresión al obtener una oreja de ley



Fotos: Cortesía

SEVILLA.- En una tarde en la que el hilo conductor fue la calidad intermitente de una corrida de Juan Pedro Domecq, Diego Urdiales emergió con la honestidad que lo define: torero de pureza, de los que no maquillan al toro ni a la faena. Su labor al primero tuvo el sello de la verdad: verónicas lentas, con aroma añejo, y una faena que, sin alardes, se sostuvo sobre el peso de la mano diestra en dos series de excelente trazo. El toro, con fondo justo, se apagó pronto, y la izquierda de Urdiales no encontró eco. Mató de media, suficiente para la ovación merecida. Fue una faena para aficionados, sin fuegos artificiales, pero con torería.

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Al cuarto le faltó motor desde la salida, lo que no impidió que el riojano firmara algunos pasajes de enorme gusto. Supo no apretar al toro en el inicio y, cuando encontró la tecla, dejó naturales de mano baja, con ese sabor que solo los elegidos imprimen. Urdiales no arrastró al toro donde no había nada: lo entendió, lo llevó en su son, y con muletazos de uno en uno, fue componiendo una obra sobria y bella, culminada con una oreja de ley. No hizo falta la épica cuando hay estética.

La tarde se completó con Sebastián Castella, quien mostró su habitual solvencia. Al segundo lo cuidó, lo midió, y logró calentar al tendido con chicuelinas ajustadas y una faena de ritmo creciente hasta que el toro fue a menos. La estocada le cerró la puerta de la oreja, aunque el conjunto fue digno. Más entrega mostró en el quinto, que brindó al público. Comenzó arrollador, con pases por la espalda y una serie en redondo que tuvo emoción. Pero conforme avanzó la faena, el toro se apagó y Castella se enredó en un trasteo largo que perdió altura. La petición no fue suficiente.

Diego Urdiales
Diego Urdiales

Pablo Aguado fue la seda de la tarde. Toreo delicado, inspirado, especialmente, ante el tercero, al que entendió desde la primera verónica. Su faena fue un concierto de ritmo y armonía, con la derecha y al natural, culminando con un toreo a dos manos que fue una delicia. Solo la espada le negó el premio. Dio una vuelta al ruedo que supo a oreja. Al sexto, con pocas opciones, lo intentó sin descomponerse. A veces, la torería es resistir con dignidad, aunque el toro no colabore.

Diego Urdiales

En suma, la tarde fue una sinfonía de momentos sueltos, donde Urdiales destacó por su concepto puro, Aguado por su elegancia y Castella por su entrega. La corrida de Juan Pedro, noble, pero medida de fuerzas, fue suficiente para ver toreo bueno, del que deja poso. Y eso, en los tiempos que corren, ya es bastante.

Diego Urdiales
Diego Urdiales

Ficha: Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados y que dieron juego en conjunto. Destacaron segundo, tercero y quinto.

  • Diego Uridales, ovación y oreja.
  • Sebastán Castella, oreja y vuelta tras petición y bronca al presidente.
  • Pablo Aguado, vuelta tras petición y silencio. Casi lleno.