Diego Ventura, con el alma pese al dolor

Tarde de magisterio absoluto del sevillano en Madrid



Manolo Briones

MADRID.- Hay tardes que no necesitan trofeos para coronarse como eternas. En Las Ventas, con el cartel de figuras del rejoneo en lo alto y la exigencia de Madrid en los tendidos, Diego Ventura no sólo firmó una actuación colosal: dio una lección de profesionalismo, valor y verdad al acudir fracturado a su compromiso con la plaza más seria del mundo. Torear con dolor es de valientes, pero hacer cumbre en esa condición, sólo está al alcance de los elegidos.

Rui Fernandes cortó la oreja de su segundo, teniendo dos faenas cargadas de grandes emociones. Lea Vicens, que sorteó un lote poco colaborador, puso voluntad y exposición, sobre todo en su segundo, “Bailador”, al que esperó a porta gayola; logró cortar una oreja tras una actuación decidida. Diego Ventura, por su parte, dejó lo más hondo y emocionante del festejo: dos saludos desde el tercio, una oreja en su segundo y dos faenas cargadas de verdad, temple y riesgo. El balance artístico fue desigual, pero el poso de la tarde quedó marcado por el compromiso, la técnica y el gesto heroico del sevillano.

La tarde comenzó con el oficio de Rui Fernandes, que con “Olimpo” se enfrentó a un “Esmeraldo” complicado, suelto y huidizo, que amagó en varias ocasiones con saltar al callejón. Pero Fernandes, con el conocimiento de quien sabe sujetar toros que no se entregan, lo metió en el canasto con “El Dorado”, llevándolo encajado en la grupa, provocando los embroques en los medios y clavando con emoción y ajuste. Un rejón de muerte trasero le privó de más, pero su labor fue reconocida con una ovación desde el tercio.

El segundo, “Ladrillero”, de 610 kilos, le tocó a Ventura. Y allí, sobre “Guadalquivir” para abrir plaza, ya se le notaba esa intensidad con la que afronta cada tarde importante. Pronto apareció “Nómada”, caballo de temple infinito con el que toreó de costado y se hizo dueño del terreno. Luego, con “Lío”, ejecutó quiebros medidos al milímetro, en una baldosa, donde todo se juega al todo o nada. Pero fue “Bronce”, sin cabezada, quien alzó el vuelo de la faena: cara a cara con el toro, las cercanías se hicieron arte. Toreo sin trampa ni cartón. El final con “Brillante” en las cortas fue estremecedor. La petición de oreja fue mayoritaria, pero Madrid, fiel a su rigor, no la concedió. Ventura, sereno, saludó desde el tercio. Ahí ya se intuía el gesto silencioso: estaba toreando fracturado.

Lea Vicens, por su parte, mostró voluntad en su primero, “Listoncillo”, que acusó falta de movilidad. Con “Diluvio” y “Pantera” intentó robarle embestidas a base de tesón. Pero no hubo conexión real por la falta de transmisión del toro. Silencio tras aviso, aunque se reconoció el esfuerzo.

Fernandes volvió en el cuarto con “Pies de Plata”, y lució con caballos como “H-Quiebro” y “Mistral”, éste último ejecutando giros imposibles de 360° ante un toro más colaborador. Faena de poso y elegancia, que rozó la vuelta al ruedo por momentos.

Y entonces volvió Ventura. “Jurídico”, su segundo, no ofrecía emoción ni entrega. Pero ahí estaba él. Con “Fabuloso” de inicio, luego con “Quitasueño” para un primer quiebro de leyenda, y un segundo en el que se detuvo el tiempo. Toreo de riesgo, exactitud y belleza. Con “Brillante”, culminó con tres cortas al violín que pusieron la plaza en pie. El rejonazo fue certero, pero el toro tardó en doblar. Descabello a caballo. Oreja tras petición rotunda y palmas al toro. Pero lo más sonado no fue el trofeo. Fue el gesto: Ventura, con fracturas en costillas, muñeca y clavícula, se había dejado el alma sin escudarse en el dolor.

Cerró plaza Lea Vicens con “Bailador”, esperándolo a porta gayola sobre “Cleopatra”. Una oreja cortada con ganas de reivindicación. Valor, determinación y deseo de triunfo.

Pero esa tarde fue de Ventura. Por su entrega, su capacidad de abstraerse del dolor, y sobre todo, por demostrar que el rejoneo, cuando se hace con esta verdad, es una de las artes más puras y emocionantes de la tauromaquia. Madrid se lo reconoció con fuerza, y el toreo a caballo le debe una reverencia.

Plaza de toros de Las Ventas (Madrid).

Octavo festejo de abono de la Feria de San Isidro 2025. Lleno de “No hay billetes”.

Se lidiaron toros de San Pelayo (1º y 3º) y El Capea (2º, 4º, 5º y 6º), bien presentados en conjunto, con juego variado. Destacaron por su nobleza, movilidad y clase los lidiados por El Capea, especialmente el 2º, 4º y 5º. El 1º tuvo complica