El 31 de octubre de 1968, la Selección Mexicana escribió una página dorada en la historia del futbol al vencer 2-1 a Brasil en el mítico Estadio Maracaná, un escenario donde el Scratch du Ouro rara vez caía.

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Hasta ese momento solo Uruguay en 1950 (el célebre Maracanazo) y Checoslovaquia en 1957 habían logrado derrotarlos allí.

En la cancha se encontraban figuras legendarias como Pelé, Gerson y Rivelino, que hacían de Brasil un rival temible. Sin embargo, el equipo mexicano dirigido por Raúl Cárdenas llegaba con la moral alta después de haber vencido a Brasil 2-0 en el Estadio Azteca el 10 de julio de 1968, con doblete de Enrique Borja. Pese a que los pronósticos estaban en su contra, el Tri se presentó decidido a competir.

El plan defensivo y el primer golpe

Ante 73,864 espectadores, México adoptó un esquema defensivo para contener la ofensiva brasileña. La sorpresa llegó cuando Isidoro “Chololo” Díaz se animó con un golazo de media distancia que silenció al Maracaná. Brasil reaccionó con fuerza: Pelé y Paulo César estrellaron disparos en los postes, y fue Carlos Alberto quien firmó el empate.

El gol que definió la historia

Cuando parecía inminente la remontada local, México golpeó de nuevo. En el segundo tiempo, Enrique Borja filtró un pase perfecto a Javier “Chalo” Fragoso, quien definió con precisión para el 2-1 definitivo. El gol desató la euforia de los mexicanos en la cancha y el asombro de la afición local.

Brasil intentó reaccionar con todo su poder ofensivo, pero la defensa mexicana, sólida e inspirada, frustró cada ataque. Al sonar el silbatazo final, los aficionados brasileños, entre sorpresa y respeto, aplaudieron al Tri mientras abucheaban a su propia selección.

Pelé reconoce la gesta

El impacto de la victoria fue tal que Pelé, en un gesto de grandeza, visitó al día siguiente el hotel de la delegación mexicana para felicitarlos personalmente. Este reconocimiento del astro brasileño se convirtió en uno de los momentos más simbólicos de aquella gira.

Euforia nacional y legado

En México, la noticia desató una ola de orgullo nacional. El presidente Gustavo Díaz Ordaz envió un telegrama: “Felicítolos calurosamente por espléndidos triunfos sobre las selecciones de Uruguay y Brasil”. Aunque se trató de un amistoso, el triunfo reforzó la confianza del futbol mexicano de cara al Mundial de 1970, donde el Tri alcanzaría los Cuartos de Final y consolidaría su crecimiento en la élite internacional.