El odio está presente en la sociedad de Noruega

22, julio 2021

Recuerdan el asesinato de 77 personas por un doble atentado en el 2010

BERLÍN.- El ex primer ministro noruego y actual secretario general de la OTAN, el socialdemócrata Jens Stoltenberg, alertó ayer de que “el odio sigue presente” en la sociedad de su país y llamó a plantarle cara en el décimo aniversario del doble atentado del ultraderechista Anders Behring Breivik, con 77 muertos.

“Respondimos a ese ataque con amor. Recuperamos la isla de Utøya como lugar de encuentro y no de muerte. Pero el odio sigue ahí”, afirmó Stoltenberg, desde la catedral de Oslo, en un acto en recuerdo de las víctimas.

El político socialdemócrata, jefe del Gobierno cuando su país se vio sacudido por el peor ataque en tiempos de paz, recordó el caso, hace dos años, de otro joven noruego, quien tras matar a su hermanastra -de origen asiático- trató de irrumpir en una mezquita de Oslo para causar otro baño de sangre.

Tanto Breivik como este otro ultraderechista noruego cumplen condena a 21 años de cárcel prorrogables. Stoltenberg aludió, asimismo, a tantos otros atentados “exponentes del odio y el radicalismo” ocurridos en otras partes del mundo, como Bruselas, París, Nueva York o Bagdad.

El acto en la catedral siguió a una primera ceremonia celebrada en el ayuntamiento de la capital noruega, donde la jefa del gobierno actual, la conservadora Erna Solberg, calificó el doble atentado de Breivik de “un ataque contra la democracia”.

Noruega recordará a lo largo de esta jornada a las víctimas del doble atentado del 22 de julio de 2010, considerado un trauma colectivo para el conjunto de esta democracia avanzada del país escandinavo.

Breivik perpetró su ataque en dos fases: primero hizo estallar una furgoneta en el barrio gubernamental, que causó ocho muertos. A continuación siguió en otro vehículo hasta la idílica isla de Utøya, a unos 40 kilómetros, donde se celebraban sus campamentos de verano de las Juventudes Laboristas, y allí mató a otras 69 personas.

Con su ataque pretendió castigar el modelo de sociedad abierta y multicultural noruega. En el campamento de las Juventudes Laboristas, adscritas al partido de Stoltenberg, se concentraban todos los años cientos de adolescentes, objetivo directo de su atentado.

Breivik se entregó finalmente a la policía, tras haber disparado indiscriminadamente contra todo aquel que le salió al paso. La lentitud de las fuerzas policiales en llegar a la isla y la serie de errores o negligencias del operativo fueron objeto posteriormente de un amplio debate.

El autor del atentado había dejado colgado en internet un manifiesto exponente de su fanatismo ultraderechista. Su juicio estuvo marcado por sucesivas provocaciones neonazis.

Ya en la cárcel, ha denunciado reiteradamente que se encuentra en lo que considera un inhumano régimen de aislamiento.

A los actos del ayuntamiento de la catedral de Oslo seguirá por la tarde una concentración en recuerdo a las víctimas en la isla de Utøya y, ya por la noche, un mensaje institucional del rey Harald dirigido a sus compatriotas. (EFE)