Foto: Cuartoscuro El Gobierno de la Ciudad de México busca reparar 300 mil baches al cierre de este año, para lo cual se destinan mil 500 millones de pesos, y hasta agosto reporta más de 257 mil atendidos en 217 vialidades, entre ellas ejes viales, avenidas principales y circuitos de alta circulación, donde cuadrillas trabajan de día y de noche, sin embargo el maestro Agustín Ortega García, académico del Departamento de Arquitectura, Urbanismo e Ingeniería Civil de la Universidad Iberoamericana, advirtió que las reparaciones aplicadas son superficiales y que, al no intervenir las capas profundas del pavimento, los daños reaparecen en poco tiempo.
De acuerdo con la jefa de Gobierno, Clara Brugada Molina, el programa de bacheo contempla tres líneas de acción, entre ellas el bacheo programado nocturno con una cobertura de hasta 10 kilómetros por noche durante 100 días, el bacheo por atención ciudadana y de emergencia que responde a los reportes de la población, y un programa estratégico de pavimentación enfocado en vialidades primarias, además de la modernización de la Planta Productora de Mezclas Asfálticas con la sustitución de dos tanques de almacenamiento de 100 mil litros cada uno y la adquisición de un calentador de aceite térmico.
De acuerdo con el Primer Informe de Gobierno de Brugada Molina, estas medidas forman parte de la estrategia oficial frente al desgaste permanente de la carpeta asfáltica por el tránsito constante, la antigüedad de la red vial y los efectos de las lluvias, un deterioro que la administración reconoció como un problema que impacta directamente en la movilidad y la seguridad vial de la capital, con la meta de atender 300 mil baches en vialidades primarias y secundarias al cierre de 2025.
En este sentido, Ortega García explicó que los baches no solo afectan la carpeta asfáltica, sino también estructuras más profundas como la base, la subbase y la subrasante, por lo que la reparación no debe limitarse a tapar los hoyos de manera superficial.
Señaló que cuando se colocan tapones en la parte superior sin atender el daño en las capas inferiores, se genera una interacción entre materiales colocados en distintos momentos, lo que provoca que el pavimento vuelva a fracturarse en poco tiempo.
El académico subrayó que una reparación correcta implica abrir por completo el área dañada, retirar los materiales deteriorados y volver a colocar las distintas capas hasta reconstruir la estructura completa del pavimento.
No obstante, indicó que este tipo de intervenciones suelen evitarse por los altos costos, la necesidad de estudios técnicos y los tiempos políticos de las administraciones, que prefieren obras rápidas para mostrar resultados inmediatos.
Junto con el laboratorista Joaquín Chávez Martínez, presentó el Laboratorio de Suelos y Pavimentos de la Ibero, equipado con instrumentos que permiten analizar la calidad de los materiales y diseñar mezclas más duraderas. Entre ellos destacó la Rueda de Hamburgo, utilizada para evaluar la susceptibilidad de las mezclas asfálticas a la deformación permanente y al daño por humedad.
Ortega García, por lo anterior, insistió en que las ciudades requieren procesos de mantenimiento más profundos y constantes, respaldados por evaluaciones técnicas regulares, pues existen normativas en la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes para medir la calidad de los pavimentos que podrían dar indicadores sobre el estado real de las vialidades.
Sin embargo, advirtió que estas acciones requieren tiempo, dinero, personal capacitado y voluntad política.
“Una gran pregunta sería dónde está el dinero y qué se está haciendo con él, porque lo necesario es mantenimiento, conservación y mejoramiento constante“, concluyó.
