Fonseca, toca la gloria

El mexicano Isaac Fonseca, una oreja con verdad ante un gran toro en Las Ventas


Isaac Fonseca
Fotos: Manolo Briones

MADRID.- La plaza de toros de Las Ventas es, por historia, por exigencia y por simbolismo, el escenario donde todo torero que sueña con dejar huella quiere triunfar. No basta con comparecer, ni con estar dispuesto: hay que emocionar, conmover y someter con el poder de la verdad. En la tarde del miércoles 14 de mayo, en una corrida marcada por la irregularidad del encierro de Pedraza de Yeltes y por un clima adverso, el nombre que más fuerte resonó al final del festejo fue el de Isaac Fonseca. El mexicano cortó una oreja de mucho peso al sexto toro, y lo hizo después de una faena de compromiso, inteligencia y entrega total, frente a un gran ejemplar que también merece un gran lugar.

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El conjunto de la corrida fue deslucido. Pese a tratarse de una ganadería seria y habitualmente interesante, los toros lidiados por Román, Colombo y Fonseca ofrecieron pocas opciones. Faltó empuje, ritmo y sobre todo duración. Solo el sexto rompió la monotonía: un toro con transmisión, prontitud y fijeza, que permitió por fin al público de Madrid ver torear con ligazón, profundidad y temple.

Hasta entonces, la tarde había transcurrido entre esfuerzos sin premio. Román trató de hacer el toreo con un lote manso y sin fondo. En su primero, a base de insistencia y temple, consiguió algunos naturales de buen trazo, aunque la faena se vio afectada por el viento y la poca colaboración del animal. Con el cuarto, un toro que prometía algo más, pero se vino abajo, volvió a mostrarse voluntarioso, pero sin llegar a redondear.

Jesús Enrique Colombo, por su parte, fue vistoso y espectacular en los tercios de banderillas, pero no consiguió cuajar ninguna de sus dos faenas. Su primero, de embestida corta y medida, lo obligó a un esfuerzo sin continuidad. Con el quinto, el venezolano volvió a mostrarse entregado, pero su labor careció de estructura y de acople real con el animal. Ni la voluntad ni el efectismo fueron suficientes para conectar del todo con los tendidos.

Y en ese contexto, casi cuando la tarde parecía sentenciada al olvido, apareció Isaac Fonseca. Ya en su primero mostró personalidad: un toro imposible, sin celo ni fondo, ante el que el mexicano se mantuvo firme, buscando soluciones, alargando embestidas donde apenas había tela que cortar. No se dejó ganar la pelea. Su actitud fue de torero que no regala ni una tarde.

Pero fue en el sexto cuando su figura se agrandó. El toro, ovacionado en el arrastre y premiado con la vuelta al ruedo, fue un ejemplar que rompió a embestir desde el tercio de varas. Bien picado por Borja Lorente y arropado por un tercio de banderillas lucido, el toro llegó a la muleta con codicia y calidad. Fonseca supo ver todo eso desde el principio y no lo desaprovechó. Inició la faena de rodillas en el tercio, con muletazos ligados que pusieron al público en pie desde el primer instante. A partir de ahí, la faena fue creciendo en emoción, en profundidad, en torería.

El mexicano toreó despacio, con los pies clavados, corriendo la mano por ambos pitones, pero especialmente por el derecho, donde logró las tandas más compactas y rotundas. Hubo sitio, hubo tiempo entre tanda y tanda, pero sobre todo hubo cabeza para entender que la faena debía construirse desde la cadencia, no desde la prisa. Cuando cambió al natural, lo hizo con inteligencia, sin perder intensidad. Y cuando volvió a la diestra, fue para firmar los pasajes más encajados, envolviéndose al toro a la cintura con una quietud que conmovió a los tendidos.

La estocada al primer intento falló, pero la actitud fue la de quien quiere morir matando. Volvió a entrar, pegado a tablas, y logró la muerte del toro al segundo intento. El público, conocedor, pidió la oreja con fuerza. Fue concedida con justicia.

Pero más allá del trofeo, lo que deja Fonseca en Las Ventas es algo más importante: una imagen de torero con hambre, con fondo, con capacidad de emocionar en el ruedo más exigente del mundo. Es cierto que tuvo un gran toro, uno de esos que aparecen de cuando en cuando para cambiar el rumbo de una tarde. Pero el toro, por sí solo, no hace la faena. Hacen falta cabeza, pulso y valor para estar a la altura. Y Fonseca lo estuvo.

Hoy se puede decir que no cortó simplemente una oreja: se ganó un lugar en la memoria de esta plaza. Toreó con verdad, con sentimiento y con ambición. Y Madrid, que siempre está dispuesta a castigar con dureza lo mediocre, también sabe premiar con generosidad lo auténtico. Y Fonseca, en esta tarde de toros bajo la lluvia, fue auténtico hasta la médula.

Ficha: Madrid, Plaza de Toros de Las Ventas Lunes, 13 de mayo de 2025 Cuarta de la Feria de San Isidro. Algo más de tres cuartos de entrada en tarde lluviosa, con viento a ratos.

Se lidiaron seis toros de Pedraza de Yeltes, bien presentados, serios y con cuajo, aunque de juego desigual. En general, faltos de fondo, raza y duración, con embestidas medidas y limitadas opciones para el lucimiento. Destacó el sexto, bravo en los tres tercios, con prontitud, recorrido y transmisión en la muleta; fue premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

  • Román, de burdeos y oro: vuelta al ruedo tras aviso y silencio tras aviso.
  • Jesús Enrique Colombo, de blanco y plata: vuelta al ruedo tras aviso y silencio.
  • Isaac Fonseca, de catafalco y oro: silencio y oreja.

Destacaron en la lidia: Borja Lorente en la vara del sexto, y en banderillas Juan Carlos Rey y Tito, que saludaron montera en mano.

Incidencias: Lluvia intermitente durante gran parte del festejo, que condicionó la lidia en varios tramos de la tarde