La Cámara de Diputados recibió de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público los pre-Criterios Generales de Política Económica para 2026, en los que ajusta a la baja la previsión del crecimiento económico del país, ante las expectativas de más aranceles para productos mexicanos.
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El gobierno federal prevé para el Producto Interno Bruto se proyecta un rango de crecimiento de entre 1.5 a 2.3 por ciento en 2025 y de 1.5 a 2.5 por ciento en 2026, mientras que la inflación, en 2025 se ubica en 3.5 por ciento y para 2026 de 3.0 por ciento.
Se estima un tipo de cambio nominal, para finales de 2025, de 20 pesos por dólar y para 2026 de 19.7 pesos por dólar. En cuanto a petróleo, el precio de la mezcla mexicana de exportación se prevé en 62.4 dólares por barril en 2025 y de 55.3 dólares por barril en 2026.
El documento señala que estas estimaciones reflejan la visión de la administración encabezada por la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, basada en un modelo de desarrollo sostenible e inclusivo que fortalece el bienestar social, impulsa la inversión productiva y preserva la estabilidad macroeconómica bajo los principios del humanismo mexicano.
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Asimismo, se espera que la economía mexicana mantenga una trayectoria de crecimiento positivo en 2025 y 2026, sustentada en la solidez de su demanda interna. El consumo y la inversión doméstica seguirán siendo los principales motores del crecimiento.
El consumo privado se verá respaldado por el dinamismo proyectado del empleo, los incrementos salariales y una mayor inclusión financiera mediante el acceso al crédito, lo que fortalecerá el poder adquisitivo de los hogares y permitirá la creación de colchones financieros para hacer frente a choques económicos.
A su vez, el fortalecimiento de los Programas para el Bienestar consolidará una red de protección social que reducirá la vulnerabilidad económica, brindando mayor estabilidad a las familias y contribuyendo a un crecimiento más inclusivo.
La inversión continuará impulsada por la ejecución de proyectos de infraestructura pública y privada, así como por flujos crecientes de inversión extranjera directa (IED), particularmente en manufactura avanzada, energías limpias y tecnología.
La modernización del sector energético y la expansión de la infraestructura logística mejorarán la competitividad del país y facilitarán la integración de empresas mexicanas en las cadenas globales de valor.