Foto: Martín Avilés / Ovaciones París, Francia / Enviado.- Cuando Osmar Olvera nació, su madre Mayanín Ibarra quería ponerle Sergio, como su papá. Pero fue precisamente el exjugador de futbol americano colegial con Águilas Blancas del IPN quien sugirió otro nombre para su hijo, a la espera de que escribiera su propia historia y no cargara con el peso de tener que vivir como su padre. Y fue así como aquel pequeño se decantó por los clavados hasta convertirse en el mejor atleta del momento.
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Olvera Ibarra recién logró un hito en el deporte nacional al sumar su segunda medalla en los Juegos Olímpicos de París 2024, misma que lo convirtió en el primer clavadista que obtiene dos preseas en una misma justa veraniega desde Joaquín Capilla en Melbourne 1956, cuando consiguió un oro en plataforma y plata en trampolín.
Y 68 años después, Osmar lo ha hecho con una argenta en trampolín sincronizado y bronce en individual. Una historia que comenzó a escribir desde muy pequeño, cuando prefirió los chapuzones en la casa de su abuela, que correr por los emparrillados como hacía su padre.
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“Desde niño, desde los 2 años empezó, y a los 4 años empezó a clavarse y yo estoy feliz. Mira, hoy tenemos un medallista olímpico”, dice Sergio Olvera a OVACIONES sobre la decisión de su hijo de no seguir sus pasos.
Pero a pesar de que Osmar no quiso seguir con la historia de su padre con el ovoide, al provenir de una familia dedicada al deporte, al ser su madre profesora de educación física, su camino estaba inevitablemente ligado a la actividad física. Y así fue como convirtió su cuerpo en una máquina atlética capaz de retar a la poderosa dinastía china en los saltos ornamentales.
“Desde siempre (le gustó el deporte), porque toda la familia de parte de su mami y en este caso de mi parte, somos de deportes, somos de educación física y somos de deportes. Desde toda la vida”, cuenta Sergio, quien confiesa que jamás quiso que Osmar siguiera con su legado. “Lo que más me duele es ver cómo hay papás que quieren verse reflejados en sus hijos y yo me prometí que no iba a hacer eso”.
Osmar logró convertirse en el primer deportista de una Delegación Olímpica Mexicana desde el marchista Raúl González en Los Ángeles 1984 (oro en 50 km y plata en 20 km) en ganar dos preseas en una misma justa veraniega. Pero no está conforme. Eso lo tiene seguro su padre, pues conoce esa mentalidad de hierro que lo obliga a buscar siempre más.
“Mentalmente es muy fuerte, yo creo que esa es la fortaleza de Osmar, le gusta ver los escenarios, le gusta ver los escenarios y yo te puedo decir que él ya está pensando en Los Ángeles porque no les ganó a los chinos, entonces ya está en su mente eso”, finaliza.
