AIDA RAMÍREZ / URBANO BARRERA
Foto: Aida Ramírez
Unos cohetes que tornaron al filo de las 9:05 horas, fueron los que dieron la señal de arranque de la marcha que encabeza Andrés Manuel López Obrador, desde el Ángel de la Independencia hasta el Zócalo capitalino.
En medio de cientos de personas, y gente de su staff que no se daba abasto para evitar los empujones, pisotones y codazos, una vanguardia ya lo esperaba a la altura de la Torre Reforma y la glorieta de las Mujeres que Luchan, provocando la desorganicación y la serie de empellones que estuvieron a punto de provocar que decenas de personas fueran pisoteadas.
Por ahí se vio el diputado Gerardo Fernández Noroña, y durante su paso por Regorma, quien sobresalía al lado del primer mandatario era Adán Augusto López Hernández, por su estatura, aunque también iba Claudia Sheinbaum Pardo, la otra aspirante a ocupar la silla o Palacio Nacional.
La batucada no se hizo esperar, y más atrás iban zanqueros vestidos de blanco y guinda.
Antes, desde las 7:00 horas, personas provenientes de otros estados dijeron que ya estaban apostados a la altura de la Glorieta de la Diana Cazadora.
Señoras con algún padecimiento, comentaron a Ovaciones que su intención era llegar con Obrador hasta el Zócalo, pero “¿cinco kilómetros? No, no llego. Me quedo aquí en Rforma”.
En lo que sería una formación predeterminada, al filo de las 9:30 horas pasaron por la Glorieta del Ángel, los diputados morenistas, que coreaban “aquellos que se preguntan, cuando, ¿esos quiénes son?
Somos diputados defendiendo la Nación”.
Al ritmo de una banda, se hizo presente el contingente tabasqueño.
Pero además, una situación particular se observó, que a diferencia de la marcha convocada para la defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), el pasado 13 de noviembre, en esta ocasión las comunicaciones estuvieron a punto, cuando en aquel día todos los asistentes se quedaron sin señal para llamadas y datos en sus teléfonos celulares.
También, la vendimia hizo su agosto, ya que puestos callejeros y locales tuvieron más comensales de los acostumbrados.