Tabasco arde. No es el calor, ni la humedad del Edén. Es la violencia.
La cuna de López Obrador es el estado donde más crecieron los homicidios en 2024: de 271 asesinatos en 2023, la cifra se triplicó a 921 en solo un año. Su capital, Villahermosa, se convirtió en la ciudad más insegura del país, con un 95% de sus habitantes temiendo por su vida.
Pero la violencia va más allá de los números, es una realidad cotidiana que sofoca a Tabasco. Ataques a plena luz del día, enfrentamientos entre grupos criminales y extorsiones que ahogan a los comerciantes han convertido el día a día en una batalla por sobrevivir. El miedo se respira en cada calle, los negocios cierran temprano y la gente se encierra antes del anochecer.
Pero en medio de esta crisis, el poder en Tabasco está dividido en dos bloques: el grupo de Javier May y el grupo de Adán Augusto López. Dos morenistas de alto nivel que llevan años enfrentados, y que hoy se culpan mutuamente del desastre.
LA GUERRA ENTRE MAY Y ADÁN AUGUSTO
Javier May es el actual gobernador de Tabasco. Exsecretario de Bienestar y exdirector del Tren Maya, es un hombre de izquierda dura, ex-PRD, leal a López Obrador, con un discurso de territorio y combate a la pobreza.
Adán Augusto López, de raíces priistas, fue gobernador de Tabasco entre 2018 y 2021, luego dejó el cargo para ser secretario de Gobernación con AMLO. En 2023, compitió en la interna de Morena por la candidatura presidencial, pero perdió ante Claudia Sheinbaum. No le perdió: ahora es líder de Morena en el Senado y operador de las reformas del oficialismo.
Desde los tiempos del PRD y del PRI, May y Adán han sido rivales. Uno representa a la vieja izquierda tabasqueña, el otro al morenismo pragmático con raíces priistas. Su choque era inevitable. Y cuando May llegó a la gubernatura, el conflicto empeoró.
Desde octubre, el nuevo gobernador desmanteló la estructura de seguridad heredada de Adán y su sucesor, Carlos Merino. Pero no solo eso: destapó los presuntos vínculos de exfuncionarios adancistas con el crimen organizado. En noviembre de 2024 el gobernador sentenció que nunca pactarían con la delincuencia organizada, por lo que quienes estuvieron antes tendrán que explicarlo todo. Era una declaración de guerra. Y el destinatario estaba claro: Adán Augusto.
LA SOMBRA DE LA BARREDORA
Adán Augusto nombró a Hernán Bermúdez Requena, secretario de Seguridad en 2019. Según informes del Ejército filtrados por hacktivistas de Guacamaya Leaks, Bermúdez era operador del grupo criminal La Barredora.
Bajo su mando, la Policía Estatal protegió a sicarios, traficó migrantes y controló antros y bares. En 2022, el Ejército detectó que Bermúdez había cedido municipios al crimen organizado.
Pero Adán lo mantuvo en el cargo. Y Merino también.
La situación estalló en diciembre de 2023, cuando una fractura dentro de La Barredora desató la guerra. Intentaron asesinar a Bermúdez en Villahermosa. La violencia escaló. Se quemaron vehículos. Hubo balaceras y narcobloqueos. May aprovechó para cortar de raíz. En enero de 2024, tras semanas de terror, Bermúdez renunció.
El conflicto entre May y Adán va más allá de ser una simple pugna política. Es una fractura dentro de Morena que agrava el infierno de Tabasco. Mientras los dos bandos se reparten culpas, el crimen sigue operando. Las ejecuciones siguen. La gente sigue con miedo. El Edén está en llamas. Y a nadie le interesa apagarlo.