La música nuestro máximo logro cómo especie

1, septiembre 2022

La música es “nuestro máximo logro como especie, ese milagro misterioso, intrínsecamente humano, que logra transmutarse en un espacio infinito donde tiempo, sonido y silencio logran unificarse”.

Afirmó la compositora Gabriela Ortiz al leer su lección inaugural a El Colegio Nacional, convirtiéndose en la cuarta representante del gremio musical en la institución desde su origen, así como en la primera mujer que ingresa al área de Artes y letras.

“Agradezco profundamente a los distinguidos miembros de El Colegio Nacional por haberme invitado a formar parte de este ilustre cuerpo colegiado; me siento muy honrada y privilegiada de ser miembro de una de las instituciones más generosas y significativas de nuestro país, integrada por un grupo selecto de científicos, intelectuales y artistas”, dijo durante el acto, realizado en el Aula Mayor de esta institución y transmitido a través de las redes sociales.

Ortiz leyó el discurso Altares, dividido en tres partes y dedicado a su padre Rubén Ortiz, a su maestro Mario La vista y a la directora de orquesta Carmen Helena Tellez. En tanto, el presidente en turno de El Colegio Nacional, Juan Villoro, respondió la alocución con el texto La clave de sol, previo a un concierto integrado con obras de la compositora mexicana.

“Debo confesar que como músico he aprendido a expresarme mejor por medio de los sonidos que de las palabras, porque explicar la música implica, levemente, ir contra su naturaleza; la música no se lee, se escucha y frente a eso no tengo nada que discutir”, aseguró la artista. Ortiz compartió “algunos de los principales objetos de estudio y puntos de partida” que han conformado el desarrollo de su trabajo creativo.

En estos últimos años, señaló, “he venido reflexionando sobre la idea de priorizar mucho más ciertos problemas éticos que los problemas estéticos: ¿para quién trabajo?, ¿por qué hago lo que hago? ¿cómo reconocerme en mi propio entorno?, y a partir de ahí, ¿cómo reconocemos el territorio que habitamos en el mundo?, ¿cómo nos hemos relacionado con la naturaleza?, desde mi trabajo creativo ¿cómo puedo contribuir a generar cambios en los temas que son significativos?”.

Como en el caso de cualquier artista, agregó, “tratar de ser honesto en la búsqueda de un lenguaje auténtico es parte del recorrido natural, el arte para mí es una manifestación viva que nos observa, nos exige y nos muestra

lo peor y lo mejor de la sociedad a la que pertenecemos, de ahí que siempre he abogado por la posibilidad de colaborar, de abrir puentes a las expresiones artísticas más diversas y hablar de los temas a los que nos enfrentamos como humanidad”.

Ortiz se refirió al choque que representó enfrentarse a la tradición sonora europea, mientras se formaba en Inglaterra. “Debido a mi bagaje latinoamericano, nunca encajé en estas corrientes estéticas, por el contrario, mi música corría el riesgo de no ser tomada en serio, a tal grado que una vez un profesor, durante mis estudios de doctorado en Inglaterra, me pidió que dejara el ritmo y el pulso al margen de mi trabajo, mi respuesta fue contundente: si lo hago sería como si me amputaron un brazo, el ritmo es parte de lo que soy”.