La nueva era electoral en México

México inaugura era sin conteo ciudadano: por primera vez desde 1990, los votos serán contados por el INE, no por la ciudadanía



Por primera vez desde 1990, los votos en una elección federal no serán contados por ciudadanos en las casillas. En la elección judicial de este año, serán trasladados a los Consejos Distritales del INE para su conteo.

La razón oficial: la complejidad de la boleta y los recortes presupuestales. El INE, con funcionarios capacitados, se encargará del conteo. Son profesionales, pero no es lo mismo. Durante décadas, la ciudadanización de las elecciones fue la garantía de transparencia.

Ese principio cambió. El INE asegura que el proceso será confiable, pero el problema no es la ejecución, sino la señal que envía este cambio. Una elección sin conteo ciudadano abre la puerta a nuevas formas de control electoral en el futuro.

Si los ciudadanos dejan de ser el primer filtro de legitimidad, se pierde el elemento más poderoso de la democracia: la confianza.

EL ORIGEN

Aquí el problema no nació en el INE, sino en la reforma judicial aprobada a toda prisa. Se diseñó una elección masiva sin un plan viable para ejecutarla. Además, Morena recortó el presupuesto del INE y, sin los recursos suficientes, el instituto tuvo que improvisar un modelo que no tiene precedentes.

Los argumentos de austeridad suenan huecos cuando el gobierno gasta miles de millones en otros proyectos. No se recortó porque no había dinero, sino porque no había voluntad de darle a la elección judicial la calidad de una presidencial.

El hecho de que los ciudadanos no cuenten los votos solo refuerza la percepción de que es un proceso diseñado para legitimar lo que ya estaba decidido.

Las elecciones judiciales requieren más legitimidad, no menos. La independencia de un juez empieza en la independencia de su elección. Si el proceso se percibe como manipulado, sus resoluciones cargarán con esa sombra.

Además, es un precedente para otras elecciones. Si el argumento para centralizar el conteo es la austeridad y la eficiencia, ¿qué evitará que el mismo modelo se aplique en futuras elecciones presidenciales o legislativas?

La ciudadanía es el mejor antídoto contra la desconfianza. Cuando un ciudadano cuenta los votos, lo hace sin incentivos políticos o presiones externas. Si el conteo queda en manos de órganos institucionales, la percepción de independencia se debilita.

EL FUTURO DEL VOTO

Si hoy los jueces son electos sin conteo ciudadano, ¿qué impide que lo mismo suceda con futuras elecciones? ¿Qué pasaría si en 2030 una reforma decide que la elección presidencial también sea contada solo en los consejos distritales? ¿Cuál sería el argumento para evitarlo si ya se estableció este precedente?

El problema no es sólo técnico. Es de confianza en el sistema electoral. Si el poder puede decidir cuándo los ciudadanos cuentan los votos y cuándo no, se rompe la principal garantía de una democracia confiable.

Además, una elección con un conteo centralizado es más vulnerable a la percepción de manipulación. No se trata solo de fraudes, sino de percepción. Si la gente cree que el proceso es opaco, lo es, aunque en los hechos no haya irregularidades.

Este no es un debate sobre si el INE hará bien su trabajo. Es un debate sobre quién debe tener el poder de decidir cómo se cuentan los votos. Y hoy ese poder cambió de manos.

Las democracias no mueren en un solo golpe. Lo hacen paso a paso, con reformas que parecen técnicas, pero que modifican el equilibrio de poder.

Hoy el voto ciudadano ya no se cuenta por ciudadanos. Ese es el verdadero cambio.