Los diez retos de Bielorrusia en 2022

29, diciembre 2021

Moscú, 29 dic (EFE).- El futuro del autoritario líder bielorruso, Alexandr Lukashenko; la reforma de la Constitución; el aislamiento del régimen debido a las sanciones occidentales o la integración económica con Rusia son algunos de los retos que tendrá que afrontar Bielorrusia en 2022.

 

Estos son los diez retos de Bielorrusia para el próximo año:

 

EL FUTURO DE LUKASHENKO

 

El presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, es considerado el último dictador de Europa. Un hombre del pasado con apego a prácticas estalinistas. Llegó al poder en 1994 y, pese a las presiones internas y externas que ha sufrido desde las fraudulentas elecciones de 2020, no parece decidido a dejar el cargo. Ha proscrito todas las organizaciones críticas con el régimen y encarcelado a los principales líderes de la oposición democrática. La oposición demanda su renuncia, pero sospecha que seguirá en el poder.

 

La pregunta que se hacen los bielorrusos dentro y fuera del país es cuánto resistirá la antigua república soviética con un dirigente no reconocido por la comunidad occidental. Por de pronto, Lukashenko ha ideado un enemigo externo, Occidente, con el fin de limitar las libertades fundamentales. Y desde la atalaya de su “fortaleza asediada” se ha aliado con Rusia para garantizar la seguridad nacional supuestamente amenazada por la OTAN.

 

REFORMA CONSTITUCIONAL

 

Las autoridades han publicado a final de año el proyecto de nueva Constitución en un intento de cerrar la crisis política provocada por el fraude en las presidenciales de 2020, que desembocó en las mayores protestas antigubernamentales en la historia de la antigua república soviética. La Carta Magna limita a dos los mandatos presidenciales, pero garantiza la inmunidad de Lukashenko en caso de persecución judicial. Además, convierte a la Asamblea Popular de Toda Bielorrusia en el máximo órgano representativo por encima del Parlamento.

 

El proyecto constitucional será sometido a referéndum en 2022, pero pocos creen que dicha votación pondrá punto y final a la crisis de legitimidad del régimen a ojos de los ciudadanos bielorrusos y de la comunidad internacional. La cuestión es que, sin la participación de la oposición democrática y los miles de bielorrusos exiliados en el extranjero, nadie en Occidente reconocerá el resultado de la consulta.

 

LA OPOSICIÓN DEMOCRÁTICA A LA ESPERA

 

La oposición democrática ha logrado el apoyo diplomático de Occidente y el reconocimiento internacional con premios como el Sájarov y el Carlomagno, que rinden tributo tanto a la líder opositora en el exilio, Svetlana Tijanóvskaya, como a la encarcelada María Kolésnikova. No obstante, las sanciones contra el régimen bielorruso no satisfacen a la oposición, que ve que Lukashenko ha tomado la iniciativa política con una reforma constitucional en la que no han podido intervenir.

 

La llama de la protesta se ha apagado, ya que cualquier mínimo gesto de disidencia es castigado con largas penas de cárcel. La repulsa a Lukashenko dentro de Bielorrusia es latente, pero no existen canales para expresar el descontento popular. Los medios han sido clausurados y las manifestaciones o piquetes prohibidos. El desafío para la oposición será marcar la agenda política en el nuevo año no sólo en el exterior, sino también dentro del país con nuevos métodos de desobediencia pacífica.

 

AISLAMIENTO DEL RÉGIMEN

 

Bielorrusia se convirtió en un apestado internacional en 2020 con la represión de las protestas opositoras, pero en 2021 acentuó su aislamiento con el desvío de un avión comercial para detener a un opositor y la crisis migratoria con la Unión Europea. Bielorrusia tiene pocos ases en la manga si quiere reparar sus dañadas relaciones con Occidente.

 

La repatriación de todos los inmigrantes irregulares que se encuentran aún en la antigua república soviética sería un primer paso. No obstante, sin la liberación de opositores y periodistas será imposible que la UE y EEUU levanten sus sanciones. Lukashenko también podría optar por ignorar las presiones occidentales, darle la espalda a la UE, y reorientar su política exterior completamente hacia Rusia y China.

 

BLOQUEO OLÍMPICO

 

Lukashenko dejó la jefatura del movimiento olímpico tras casi un cuarto de siglo, pero eso no ayudó a la causa del deporte bielorruso. El COI tampoco reconoció a su sustituto, su hijo Víctor. A esto se suma la expulsión de dos funcionarios federativos de los Juegos de Tokio por el llamado “escándalo Tsimanouskaya” y la persecución de deportistas por sus ideas políticas.

 

Bielorrusia, también bajo sospecha por varios casos de dopaje, tendrá que hilar muy fino para volver a ganarse el respeto del deporte mundial.

 

EL BATÉ, A REVERDECER VIEJOS LAURELES

 

El BATÉ, equipo que dominó con mano de hierro la liga bielorrusa durante trece años, intentará reverdecer viejos laureles en la Liga Conferencia, la tercera competición de la UEFA, tras la Champions y la Europa League. Mientras no logra el título de liga desde 2018, sí se alzó con la copa esta temporada.

 

SABALENKA, A POR SU PRIMER GRAND SLAM

 

La tenista bielorrusa Aryna Sabalenka no pudo acabar la temporada como número uno de la WTA debido al covid-19. Fue segunda, al igual que en 2020. No obstante, su problema no es el ránking, sino los grand slam. Después de alcanzar las semifinales en EEUU y Wimbledon, a los 23 años le ha llegado la hora de dar el salto.

 

Tuvo su gran oportunidad en las semifinales de Nueva York ante Leylah Fernández, pero no la aprovechó. Eso sí, ganó en Abu Dabi y Madrid. Todos esperan de ella grandes cosas la próxima temporada, empezando por Australia, cuyo título logró en 2021 en dobles junto a la belga Elise Mertens.

 

INTEGRACIÓN CON RUSIA, SEGUNDO PASO

 

Tras la firma de la hoja de ruta de integración con Rusia, Bielorrusia debe comenzar a aplicar los 28 programas de la Unión Estatal. Se trata de un difícil equilibrio entre crear un espacio económico común y no perder independencia económica. Crear un mercado único de petróleo y electricidad no será difícil, a la vista de los subsidios de los hidrocarburos rusos.

 

Más difícil será coordinar las políticas y, especialmente, armonizar las legislaciones teniendo en cuenta la tendencia a la planificación soviética de la economía bielorrusa. La moneda única deberá esperar, al igual que la integración política, principal temor de la oposición en el exilio y de Occidente.

 

ALTERNATIVA A LAS SANCIONES

 

En respuesta a las diferentes tandas de sanciones occidentales, Bielorrusia respondió a finales de año con un embargo a los productos occidentales similar al que Rusia anunció tras las restricciones que siguieron a la anexión de Crimea. Minsk dice que buscará socios entre sus pocos amigos.

 

Uno de los retos para el Gobierno bielorruso será el transporte de sus mercancías, ya que, todo apunta a que, en muchos casos, sólo podrá hacerlo a través de territorio ruso. Lituania se está planteando dejar de transportar potasio bielorruso en sus trenes con destino al puerto báltico de Klaipeda. El reconocimiento de Crimea como territorio ruso también bloquearía la vía comercial ucraniana, cuyo espacio aéreo ya está cerrado.

 

BELAVIA, A REMONTAR EL VUELO

 

Primero le cerraron el espacio aéreo comunitario por el desvío forzoso de un avión comercial, después le impusieron sanciones por el transporte de inmigrantes irregulares. Belavia, la línea aérea nacional de Biekorrusia, no ganó para disgustos este año.

 

Una de las alternativas puede ser encontrar nuevos destinos. Una de las opciones, según admitió Lukashenko, es Crimea. De hecho, el primer paso ya lo dio al reconocer que la península ucraniana, anexionada por Rusia en 2014, es rusa de facto y de “iure”. EFE