El 15 de septiembre de 2024, López Obrador se despidió del balcón del Palacio Nacional con su último Grito de Independencia lanzando: “¡Viva la Cuarta Transformación!”. No fue un simple lema. Fue la confirmación de su legado: una transformación que, según sus críticos, más que democrática, es autoritaria.
En ese contexto, un artículo publicado recientemente por tres académicos mexicanos causó revuelo en algunos círculos. Azul Aguiar Aguilar, Rodrigo Castro Cornejo y Alejandro Monsiváis-Carrillo, expertos en ciencia política, analizaron en la revista Journal of Democracy sí México está en un proceso de autocratización, es decir, un retroceso en la democracia.
¿Realmente vamos hacia un modelo autoritario o es una exageración académica?
PLAN C
Desde 2022, López Obrador intentó modificar las reglas del juego electoral. Primero con el plan A, luego con el plan B y finalmente con el Plan C, que desmanteló en los hechos al Poder Judicial. Con Morena y sus aliados obteniendo una supermayoría legislativa en 2024, el Congreso aprobó una reforma que purgó los tribunales federales y eliminó su papel de contrapeso.
Los académicos advierten que esta decisión fue fundamental en la consolidación del poder presidencial: “Al eliminar la independencia judicial, AMLO se aseguró de que ninguna reforma suya sea bloqueada”. En otras palabras, el gobierno ya no solo controla el Ejecutivo y el Legislativo, sino que ha neutralizado al poder para frenar decisiones contrarias a la voluntad del movimiento político.
Para los defensores de la reforma, esto no es autoritarismo, sino una democratización del sistema judicial, bajo la justificación de que los jueces eran parte de una “élite corrupta“. Pero los críticos insisten: un Poder Judicial sin autonomía es la antesala del autoritarismo.
MILITARIZACIÓN
El avance militar en la vida pública es otro punto que resaltan como un grave síntoma. En seis años, el Ejército pasó de ser una institución de seguridad a convertirse en un actor económico, político y hasta administrativo. Ahora gestiona aeropuertos, bancos, hospitales y aduanas, con un presupuesto que supera al de la Secretaría de Salud.
Para AMLO, la militarización fue una necesidad: la Guardia Nacional debía estar bajo control castrense para garantizar la seguridad. Sin embargo, entregar tanto poder a las Fuerzas Armadas nunca ha sido una señal de fortalecimiento democrático.
Los autores del estudio son directos: en países como Venezuela, Turquía o Nicaragua, el Ejército ha sido un pilar del autoritarismo moderno. ¿México está en esa ruta?
POLARIZACIÓN
No se puede hablar del actual modelo de gobierno sin mencionar su narrativa populista. “Conmigo o contra mí”. Esa fue la lógica política que AMLO instaló durante su sexenio. Dividió al país entre los ‘buenos’ (el pueblo) y los ‘malos’ (los opositores, jueces, periodistas y empresarios).
Este tipo de discurso se usó para justificar la erosión de la democracia. Cuando una sociedad se polariza hasta el extremo, sus ciudadanos pueden llegar a tolerar medidas autoritarias si eso garantiza que ‘su bando’ siga en el poder. Según una encuesta citada, el 42% de los votantes de Morena apoyaría cerrar el Inai, el 35% el Congreso y el 34% la Suprema Corte.
Si la democracia depende del respaldo popular, el mayor peligro no siempre es quien gobierna, sino cuánta gente decide no cuestionar al poder.
Algunos dirán que esto es un alarmismo académico. Otros lo verán como un retrato crudo del presente. Pero la historia muestra que el autoritarismo no llega de un día para otro. Se construye paso a paso, legalizando su propio avance.
Hoy, México no es aún un régimen autoritario, pero las señales están ahí. La gran pregunta es: ¿como ciudadanos estamos de acuerdo hacia dónde nos dirigimos?