“Mi amigo Robot” y la funa en las redes sociales

28, abril 2024

Boris Berenzon Gorn

Hace poco la película “Mi amigo Robot”, ganadora del Oscar a mejor película animada del año, desató una fuerte pelea en redes sociales en torno a las relaciones humanas. Advierto que este texto contiene spoilers y si usted no ha visto aún la famosa película y no quiere saber de qué va antes de hacerlo, le recomiendo pasar de largo y volver después. Hago este señalamiento en respuesta a los buenos modales de internet que todo el mundo debería tener, ya que andamos por el mundo indefensos ante bombardeo informativo y se nos suelen colar temas de los que no queremos saber.

La película en cuestión es una historia animada donde un Perro vive en soledad, anhelando compañía al mirar a otros teniéndola, luego ve en televisión que puede comprar un robot para que sea su amigo y decide inmediatamente hacerse de uno. Robot llega a su vida y rápidamente se convierte en su relación más profunda y única, por lo que comparten momentos especiales y divertidos hasta que un día van a la playa, Robot se oxida y no puede levantarse. Perro trata de salvarlo, pero es demasiado pesado para él, la playa es cerrada por temporada y él intenta regresar al día siguiente por su amigo y romper la cerca, pero termina siendo detenido. Acude luego en búsqueda de un permiso oficial que le es negado y acepta que únicamente podrá volver a verlo muchos meses después.

Perro considera que no puede hacer más y decide continuar con su vida, anhelando y extrañando a Robot, pero conociendo nuevas personas y siguiendo en su búsqueda de compañía. Entretanto, Robot enfrenta dificultades varado en la playa, hasta que es robado, destruido y vuelto a armar por un sujeto que se convierte en su nuevo mejor amigo. Perro acude a la playa y se da cuenta de que su amigo se ha ido, él piensa, para siempre, y decide comprar otro robot. Esa es a grandes rasgos la trama, y la película se desarrolla sin un solo diálogo, por lo que es en gran medida simbólica.

¿Por qué un argumento en apariencia tan simple ha desatado tantas reacciones en la red? Si utilizamos este fino y sencillo ejemplo, podremos descubrir más de la sociedad posmoderna de lo que pensamos y preguntarnos cómo se construyen las relaciones humanas en la era del narcisismo. Aclaro no tomar partido por ninguna de las opciones, sino exponerlas ante usted, amable lectora, amable lector, para que saque sus propias conclusiones. En las redes sociales apareció una campaña para funar a Perro por considerarlo tibio al abandonar a su amigo en la playa durante tantos meses y no haber hecho más. El otro grupo llamó tóxicos y red flags a las personas que atacaron a Perro, diciendo que no comprendían que la vida era así y que a veces no había más que hacer que seguir adelante.

¿Es saludable aferrarse a una relación sin posibilidades reales de subsistencia? Muchos argumentan que se trata de una actitud narcisista y que la persona que no puede soltar está más enfocada en sus propias emociones y necesidades que en la realidad y las posibilidades de la relación. Los que defienden a Perro, insisten en que es imposible ignorar la vida, la realidad y sus dificultades que a menudo sobrepasan las emociones de las personas, en resumen, que el amor no siempre es suficiente para que una relación prevalezca pues el devenir tiende a ser más fuerte. Este grupo piensa que los haters de Perro son narcisistas.

¿Si alguien que amas está en dificultades lo abandonas y sigues tu vida diciendo que no puedes hacer más? Los defensores de Robot argumentaron que el abandono no fue únicamente producto de las circunstancias, sino el resultado de una actitud egoísta y desinteresada en las necesidades del otro. Consideran que en cuanto Robot estuvo en dificultades, Perro encontró más simple abandonarlo e ir en busca de otras relaciones pensando que si estas fracasaban, volvería a ver a Robot. Los narcisistas serían entonces los defensores de Perro que ven en la amistad un bien material y pragmático que por lo tanto es intercambiable y puede ser reemplazado si los tiempos se tornan difíciles.

¿Cuál de los dos grupos es en verdad el de los narcisistas? Parece una trivia, pero quizá la pista nos la puede dar Byung-Chul Han, para quien vivimos en una sociedad narcisista que nos desconecta del resto de las personas, socava nuestras relaciones y nos vuelca sobre nuestra propia subjetividad al buscar en el otro el complemento al ideal del yo. El otro existe e importa en la medida en que se adapte a los modelos propios de lo deseable. El ser humano nutre su imagen a través de su contacto con el otro y, por lo tanto, encuentra en cada postura externa una oposición a su libertad, por lo que, en última instancia, la sociedad en su conjunto sería un monolito narcisista.