Sara Lovera
¿Es pura politiquería discutir las condiciones de operatividad y mantenimiento en el Sistema de Transporte Colectivo (STC), Metro? o ¿se trata de una legítima preocupación ciudadana? Porque viajar en el transporte público es un peligro cotidiano para las mujeres y las niñas por la violencia sexual, el acoso y el abuso.
Hoy ya no cabe la idea de que las mujeres están resguardadas en sus hogares. El total de trabajadoras en el país es de 24 millones, y de hombres, 35,6 millones. Ello significa que las mujeres estamos en el espacio público.
La línea 3 del Metro transporta a todas cotidianamente para llegar a sus trabajos. Van o vienen, en el Valle de México, donde hay inmensas zonas fabriles, mientras la ciudad recibe a miles de trabajadoras del hogar, provenientes de pueblos del Estado de México y de Hidalgo, así como a vendedoras ambulantes y oficinistas desplazadas para sobrevivir.
Por ello, la mañana del sábado, el Metro estaba repleto de mujeres en los vagones que chocaron. Fueron sorprendidas por un frenazo que las sacudió intensamente. Como no había sangre visible, las enviaron rápidamente a su casa, movilizadas por vehículos oficiales. Vi a muchas declarar que en el hospital San Ángel Inn, donde se concentró a la mayoría, solo les hicieron unas placas para enseguida sugerirles llamar a Locatel, si algo necesitaban.
El control de daños fue inmediato. El Gobierno de la Ciudad sabe cómo hacerlo; tanto, como cuando encapsulan a manifestantes en las marchas feministas. Hasta ahora no sabemos nada de las afectaciones en su salud física y mental, y creo que no las sabremos nunca.
Hay sin duda responsabilidad en las autoridades de la Ciudad de México, conducidas por Claudia Sheinbaum Pardo, considerada como política, científica, activista y escritora mexicana, aspirante a la primera magistratura del país. Rodeada de un equipo de trabajo que —como antes— solamente piensa en el futuro.
En el tratamiento del “accidente”, que cobró la vida de Yaretzi Adriana Hernández Fragoso, de 18 años, el gobierno capitalino accionó cuidadosamente, y la cobertura de radio y televisión se centró en mostrar el túnel donde ocurrió el choque, los vagones y las afectaciones del servicio. Las personas no fueron importantes, solo momentáneamente.
No es cosa menor. Se requiere una explicación desde una perspectiva feminista, porque el Metro de la Ciudad de México es pionero a nivel mundial en otorgar espacios en andenes y vagones exclusivos para mujeres. Es una política añeja, banalizada sistemáticamente. Son casi 5 mil las trabajadoras del STC, viviendo ambientes laborales machistas, como machista es la mirada que se aplica en percances como el del 7 de enero.
El Metro tiene 226.5 kilómetros de líneas en operación, 195 estaciones, dos puestos centrales de control, 10 talleres de mantenimiento y 384 trenes con tres mil 333 vagones, con —se antojan— los más altos índices de seguridad.
Después del “accidente”, las autoridades ocuparon grandes espacios publicitarios para hacernos saber la marcha de proceso de acciones para que sea un transporte seguro y eficiente, con un aumento en recursos hasta de 25 por ciento en el último año.
Una investigación periodística reveló que en el Metro suceden al menos 10 incidentes diarios, 70% en esta administración. Yo me pregunto si a tres años de gobierno de Sheinbaum no son suficientes para atender los problemas. Digo, por eso que es legítimo preguntar y preguntarse si es o no trascendente conocer a las y los usuarios —más de 4 millones al día—, cuando las mujeres se desplazan casi en la misma proporción que los hombres. Si no hay un interés en esto, no veo cómo se pretende ocupar la presidencia de la República. Son solo preguntas. Veremos…
Periodista, directora del portal informativo SemMéxico.mx