PAOLA ZUART
El Derecho Internacional Humanitario (DIH) es definido por el Comité Internacional de la Cruz Roja como un conjunto de normas destinado a limitar, por razones humanitarias, los efectos de los conflictos armados. En este sentido, busca proteger a las personas que no participan o que han dejado de participar en las hostilidades.
Es así que el DIH requiere que las personas beligerantes distingan todo el tiempo entre combatientes y civiles, quienes jamás pueden ser objeto de un ataque. Esto hace referencia al principio de distinción y es la “regla básica” del DIH.
De igual modo, es obligatorio el tomar todas las precauciones posibles para minimizar los incidentes que puedan resultar en pérdidas de vidas civiles, lesiones, o daños a objetos civiles (que pueden ser hospitales, unidades médicas, iglesias, mezquitas, entre otros).
Dentro de estas reglas, también se encuentra la prohibición del castigo colectivo, mismo que puede tomar la forma de sanciones o represalias en contra de civiles por acciones que no cometieron. A lo largo de la historia, este método ha sido usado por potencias ocupantes para prevenir ataques de movimientos de resistencia.
De igual modo, se destaca que el permitir y facilitar el acceso a ayuda humanitaria es una obligación que deben cumplir todas las partes. El no hacerlo puede representar un crimen de guerra.
Finalmente, no omito añadir que este conjunto de normas debe ser respetado por todas las partes; sin importar quién inició el conflicto, si el ataque inicial se hizo respetando el DIH, o si el ataque se está haciendo en legítima defensa.
El DIH es muy amplio, con muchas normas y diversos puntos a observar, no obstante, consideré necesario hacer un breve resumen de los principios básicos para resaltar el mensaje esencial de este artículo: las guerras tienen reglas, dichas reglas buscan proteger a las personas civiles; las atrocidades no justifican atrocidades, y la brutalidad de los crímenes de guerra de una parte no disminuyen la brutalidad de los crímenes de guerra de la otra.
No podemos permitir que el dolor y el coraje sean utilizados para olvidar estos puntos, para justificar el matar a otros, para permitir causar más dolor a quienes no son responsables de la guerra.
No es posible dejar de ver al otro ser humano como menos humano, menos merecedor de empatía, paz y dignidad.
No hay causa que justifique el dolor, las muertes o el exterminio de civiles. Por el contrario, existen millones de razones para estar del lado de las personas inocentes, para estar, como lo menciona
Naomi Klein, “del lado del niño que está siendo apuntado por un arma, no importa de quién sea el arma y no importa de quién