La coyuntura que ha desatado el terrible caso de Teuchitlán merece toda la atención de las autoridades mexicanas. La fiscalía de Jalisco, a cargo de Salvador González de los Santos, se puso a chambear en cuanto supo que el caso, por su relevancia y trascendencia, sería atraído por la FGR. Mostrando plena disposición de colaborar para encontrar la verdad en un asunto que ha conmovido al país estos días, entregó rápidamente toda la información de que dispone, dando un claro mensaje: quiere estar a la altura de las circunstancias. La dependencia local ya trazó un buen camino institucional, cuidando cada paso, aceptando la jerarquía federal y prometiendo plena colaboración. Que siga así por el bien de los familiares de las personas desaparecidas.
Cero empatía
Quien parece no estar a la altura de un asunto que la presidenta Sheinbaum le ha confiado es, precisamente, el fiscal general. Don Alejandro Gertz, con ese gesto de escasas amistades, primero le echó la bolita a la fiscalía estatal y luego, cuando debió responsabilizarse del timón que ya tenía en sus manos, simplemente se esfumó. ¿Por qué la máxima autoridad fiscal de México, ya con el reflector sobre sí, dejó plantadas ayer a las madres buscadoras que se congregaron en el narcorrancho Izaguirre, con la esperanza de hallar una pequeña luz sobre sus familiares desaparecidos? Sólo él, en su infinita soberbia, lo sabrá.
Una chamba así…
Ayer, Claudia Sheinbaum abrió su mañanera con una disculpa y una promesa: “Había dicho el lunes que hoy (jueves) íbamos a presentar la modificación a las leyes para el tema de desaparición, pero Consejería Jurídica y todas las áreas no terminaron, porque es un tema que requiere todavía un poquito de mayor análisis. Todo lo vamos a presentar el lunes”. La explicación está bien, se agradece porque es razonable, pero quienes deberán estar más agradecidos aún son los responsables de esa tarea inacabada: que tu jefa sea la Presidenta de la República y que ella misma te exculpe en público no es algo que deba ocurrir muy a menudo.
Rutas alternas
Para evitar contratiempos, confrontaciones o simplemente la fatiga de lidiar con cierres viales, la jefa de Gobierno, Clara Brugada, optó por una solución poco convencional: subirse a una trajinera en Xochimilco. Acompañada por Pablo Vázquez, secretario de Seguridad Ciudadana, navegó tranquilamente por los canales para entregar reconocimientos a mujeres policías. Quién fuera ella que no tuvo que lidiar con una CNTE que ayer tomó la ciudad como rehén.
Bloqueos oficialistas
Así como la CNTE lleva dos días ahorcando la Ciudad de México, los senadores llevan dos días reventando las sesiones y bloqueando el diálogo. Con solo dos reuniones a la semana y asegurando que no tienen pendientes, han preferido no trabajar antes que discutir el hallazgo del campo de exterminio en Jalisco. Por segunda ocasión, la morenista Imelda Castro, en su papel de presidenta de la sesión, no toleró que se acusara al gobierno federal de inacción ante casos como el de Teuchitlán. Lo que no se nombra, no existe, deben pensar.