¿Quién fue Dikembe Mutombo, el rey de los tapones y el altruismo que retó a Michael Jordan en las alturas?

Dikembe Mutombo falleció de cáncer cerebral, pero dejó un legado que quedará perpetuado para la posteridad al tratarse de un genio dentro y fuera de la duela.



Dikembe Mutombo. | NBA

Dikembe Mutombo Mpolondo Mukamba Jean Jacque Wamutombo nació en Kinshasa, Zaire —hoy, República Democrática del Congo—, el 25 de junio de 1966. Según relatos de su propia familia, de niño era tan frágil que uno de sus múltiples nombres significa “plátano”, pues parecía que podía romperse con la facilidad de uno de esos alargados frutos. Su madre era vendedora de botellas de Coca-Cola en el estadio 20 du Maipara, justo donde el legendario Muhammad Ali noqueó a George Foreman en 1974, cuando el pequeño Dikembe tenía 8 años de edad.

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Aquella velada, la madre de Mutombo ganó mucho dinero por la venta de refrescos en el combate del mejor boxeador profesional de todos los tiempos. Será una coincidencia o una cosa del destino, pero a partir de ese día, Dikembe supo que los grandes escenarios podían servirle de gran ayuda a su familia para poder llevar alimento a la mesa. Y así supo cuál debía ser su camino.

Su papá era maestro y director en una escuela local, por lo que siempre le inculcó la disciplina y el estudio. A Mutombo le seducía el fútbol y las artes marciales, pero no así el baloncesto, hasta que uno de sus hermanos mayores lo convenció de jugar a los 17 años, una edad que parecería tardía, pero no así para un adolescente de casi 2 metros de altura.

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Deke, como lo llamaban sus amigos, hablaba un total de nueve idiomas, pero apenas entendía inglés cuando migró en 1987 a Estados Unidos para estudiar en la Universidad de Georgetown. Su plan era graduarse de la carrera de medicina, pero poco a poco el baloncesto lo fue envolviendo gracias a la insistencia de John Thompson, quien era entrenador de los Hoyas, donde forjaba una mentalidad defensiva entre sus pupilos, como hizo con Patrick Ewing.

Y tal fue la influencia de Thompson en Mutombo, que cuando se retiró en 2009 de la NBA, había bloqueado 3 mil 289 veces a sus rivales, segundo mejor registro en la historia de la liga, solo superado por el legendario Hakeem Olajuwon. Fue así que Dikembe se convirtió rápidamente en un prospecto de primer nivel y fue seleccionado por los Denver Nuggets con la cuarta selección general del Draft de 1991. Luego se convirtió en estrella de los Atlanta Hawks y los Philadelphia 76ers. Siempre con la etiqueta de ser uno de los defensores de la liga.

Lideró a la NBA en rebotes durante dos temporadas y en tapones durante tres. Sus rivales en ocasiones preferían ni siquiera entrar a la pintura cuando ahí estaba Mutombo como vigilante. En esos tiempos, Michael Jordan era amo y señor de las duelas, pero cuando coincidió con el africano, topó con pared. A ‘Su Majestad’ se le indigestó Deke, pero en las Semifinales de Conferencia Este de los Playoffs 1997, los Chicago Bulls y Atlanta Hawks midieron fuerzas. Y ‘MJ23’ ajustó cuentas con Dikembe, al ejecutar una clavada en la cara del espigado congoleño de 2.18 metros de altura.

Junto al francés Rudy Gobert y su rival generacional, Ben Wallace, Mutombo fue uno de los tres únicos basquetbolistas que ganó el premio al Jugador Defensivo del Año de la NBA cuatro veces. Fue seleccionado en ocho ocasiones al All-Star Game equipos y jugó las Finales de la NBA dos veces. Deke promedió 9.8 puntos y 10.3 rebotes por partido de por vida, estadísticas que lo ayudaron a ingresar al Salón de la Fama del Baloncesto Naismith Memorial en 2015.

Lejos de las duelas, Mutombo solía volver a su país natal durante la temporada baja para dirigir clínicas de baloncesto. Como parte de sus iniciativas altruistas, llegó a pagar el viaje del equipo nacional de baloncesto femenino a los Juegos Olímpicos de 1996 en Atlanta. Además, a través de su fundación, encabezó la construcción de un hospital de 300 camas que se inauguró en la capital del Congo en 2007 bajo el nombre de su madre, quien murió de un derrame cerebral 10 años antes después de no poder recibir ayuda médica debido a un toque de queda en toda la ciudad.

Algunos entrenadores coincidían en que sus actividades extracancha mermaban su carrera al distraerlo de poder mejorar su tiro. Sin embargo, alguna vez respondió al decir que el baloncesto era solo “un vehículo que usé para llegar adonde quiero”. Dikembe Mutombo falleció de cáncer cerebral, pero dejó un legado que quedará perpetuado para la posteridad al tratarse de un genio dentro y fuera de la duela.