Aunque nació en California, el corazón de Ricardo Sandoval late con fuerza por México. El flamante campeón mundial mosca lleva con orgullo sus raíces sinaloenses, herencia viva de sus padres que corre por sus venas. Tras conquistar el título ante Kenshiro Teraji en Tokio, su celebración más significativa no fue en Japón, sino en la tierra que lo vio nacer en espíritu: el suelo mexicano, donde el abrazo de su gente convirtió su triunfo en fiesta compartida.

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El boxeador californiano pero de sangre culichi, fue homenajeado como el nuevo campeón mundial mosca del Consejo Mundial de Boxeo (WBC), luego de que conquistó el título tras derrotar por nocaut técnico en el undécimo asalto al japonés Kenshiro Teraji el pasado 30 de agosto en Tokio, Japón.

En una emotiva ceremonia durante el tradicional Martes de Café, recibió su cinturón verde y oro en un evento cargado de orgullo y reconocimiento, donde recordó desde sus inicios hasta su consagración en el ring japonés. La intensidad de su pelea contra Teraji es ya considerada una batalla épica, y fue el punto culminante que lo llevó a la cima de la división mosca, para cumplir así uno de sus mayores sueños, siempre con México en sus pensamientos.

“Fue una gran experiencia ir para allá (a Japón) y traer el campeonato del mundo, es algo muy bonito. Yo todo el tiempo quise pelear no solo por mí, también para mi entrenador ya que el Consejo Mundial de Boxeo es la única organización que le da reconocimiento al entrenador y para mí era algo por lo que también quise pelear”, destacó Sandoval, quien recibió un anillo por parte del WBC.

“La semana pasada estuve en Sinaloa, que es la tierra de mis padres donde ellos nacieron y es muy bonitos ir para allá y demostrar los cintos y me la pasé muy bien los días allá. Yo todo el tiempo quiero representar a Sinaloa, a las raíces de mis padres, siempre lo he mencionado. La gente dice ‘es americano, es americano’, pero tengo sangre sinaloense y nadie me quita eso”, añadió a manera de homenaje para el lugar sagrado donde encuentra fincadas sus raíces.

Mauricio Sulaimán, presidente del WBC, no escatimó en elogios e invitó al legendario Humberto ‘Chiquita’ González, ícono de las divisiones pequeñas, a compartir el escenario con Sandoval, para estrechar el legado de ambos en el boxeo mexicano. “Es un gran honor tener aquí a nuestro campeón. Qué orgullo tenerte y entregarte tu cinturón de campeón mundial”, comentó el dirigente.

Sandoval tiene tal admiración por el país de origen de sus padres, que ha adoptado el famoso mexican style para boxear, con varios nocauts con gancho al hígado en su palmarés. Un estilo que adoptó al ver las peleas de Julio César Chávez y Juan Manuel Márquez.

“Miraba videos de papá Chávez y creciendo miraba mucho a Juan Manuel Márquez, un peleador que le gustaba mucho ir y sabía como usar el ring bien, me gusta tirar combinaciones y trato agarrar un poco de él. Este trabajo ha sido de muchos años. Le agradezco a Golden Boy por dejarme pelear por mis sueños, a mi mánager por buscar siempre lo mejor para mí, y a mi entrenador, que ha estado desde el comienzo. Llevamos 16 años juntos; todo lo que sé es por él”, abundó.

El homenaje no solo reconoció el talento y la dedicación del púgil de 26 años, sino también el espíritu de perseverancia que lo llevó a conquistar el título mundial. Con el cinturón del WBC en sus manos, Ricardo Rafael Sandoval se consolida como una figura inspiradora en el boxeo, listo para defender su corona y continuar con su legado en los cuadriláteros. Con el recuerdo de sus padres, siempre presente.

“Siempre me apoyaron y es un orgullo llevarles este cinturón. Ahora somos dos veces campeones del mundo. Siempre trabajé duro y siempre tuve fe”, sentenció.