Sala de espera El juego

20, junio 2023

GERARDO GALARZA

Nada más por si no se han dado cuenta, hay que decir que el mayor espectáculo político nacional ya comenzó.

Los próximo tres meses la atención de la mayoría de los ciudadanos mexicanos se concentrará en saber quién será el candidato del partido oficial a la presidencia de la República. Sí, igual como desde 1937 y cada sexenio después hasta el 2007.

Eso es lo que esperan la mayoría de lo mexicanos: Quién será el nuevo presidente de la República. Desde el poder se quiere que sea el que designe el actual presidente, sin que importe la voluntad ciudadana, como sí ocurrió en las elecciones presidenciales del 2000, 2006, 2012 y 2018, en las que los votos de los ciudadanos determinaron al ocupante de lo que se llama la primera magistratura el país.

Hoy, como ocurría antes del año 2000, la voluntad de presidente de la República decidirá el candidato del nuevo partido oficial, pero ciertamente los mexicanos votantes en las cuatro más recientes elecciones presidenciales saben que fueron ellos quienes decidieron el resultado de la elección.

Sin embargo, los mexicanos menores de 40 años nunca vivieron los espectáculos circenses del “destape” de los candidatos presidenciales del PRI por la voluntad exclusiva el presidente en funciones.

El viejo priismo que regresó a la Presidencia con Andrés Manuel López Obrador ha vuelto a echar a andar la maquinaria de la farsa electoral, que recibió diversos nombres peyorativos en ellos el de “juego que todos jugamos”, en clara alusión a la distracción -como ahora- que provocaba el que saber o atinar al nombre del ungido por el dedazo.

Vamos ni siquiera el concepto “corcholatas” es novedoso. En los años setenta don Daniel Cosío Villegas, uno de los mayores estudiosos del sistema político mexicano, ya usaba el término “corcholatazo” para referirse el destape del tapado. Tampoco la pasarela de precandidatos, -que ya tiene varias meses funcionado y violando la ley-, y que data del PRI de Miguel de la Madrid.

Y entonces se pueden prever las siguientes etapas del juego electoral. En septiembre, según lo anunciado, será el destape del candidato presidencial de Morena, bajo el eufemismo de coordinador de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación.

Destapado ese coordinador, irremediablemente vendrá el espectáculo conocido como “la cargada , en el que todos los miembros y simpatizantes de Morena dirán que el ungido -quesque a través de una encuesta- es el único, el mejor, el no había de otra, nuestro máximo dirigente, que ahora sí nos hará justicia, y todas las loas y adjetivos que se les ocurran, incluidos los que estuvieron en su contra.

La gira del circo seguirá con recorrido por todo el país, en la que el candidato se tomará fotografías disfrazado de índígena, con bastones de mando, coronado con guirnaldas o con panes, con sombrero de charro o gorras y chamarras deportivas, encabezará marchas, saludará a ancianos, besará niños, comerá garnachas y aguas frescas, presidirá foros de análisis, evaluación y solución de todos y cada uno de los problemas nacionales, también se reunirá con empresarios, líderes políticos y hasta religiosos, con mujeres, con jóvenes y culminará con un mitin en el Zócalo de la Ciudad de México, con el que se romperá nuevamente el récord de asistencia.

Esto, lo que ocurre y ocurrirá, -como seguramente intentos de al menos manipulación electoral, sino es que de fraude-, es la muestra del regreso al poder de priismo más arcaico y totalitario, aunque presentado como la defensa de la Cuarta Transformación.

Así se quiere: que lo mexicanos sigan jugando ese juego.