Scholz, entre un complejo G7 y varios desafíos electorales

1, enero 2022

Berlín, 1 ene (EFE).- Alemania entra en 2022 al frente de la presidencia de turno del G7, el primer gran desafío global para el canciller socialdemócrata Olaf Scholz y su tripartito con verdes y liberales, a un mes de haber alcanzado el poder.

Rusia seguirá fuera del foro de las siete potencias -Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Japón y Canadá-, como ocurre desde 2014, a raíz de la anexión de Crimea, territorio ucraniano.

Un regreso al formato G8 -o sea, G7 más Rusia- “no está en la agenda”, según consta en la página web del Gobierno alemán y ha repetido estos días su ministra de Exteriores, la verde Annalena Baerbock.

No solo porque sigue vigente el motivo de esa exclusión, sino también por la máxima tensión entre Moscú, Washington y el conjunto de la UE, que amenazan con “responder con contundencia” si Rusia se anexiona más territorio ucraniano.

El escenario elegido por el ejecutivo alemán para la cumbre del G7 es el mismo donde se celebró la última reunión de los líderes de grupo bajo presidencia alemana, en 2015: el palacio bávaro de Elmau, vecino a la estación invernal de Garmisch-Partenkirchen.

De esa cita quedaron las imágenes icónicas de la entonces canciller, Angela Merkel, explicándose ante el presidente de EEUU, Barack Obama, sentado de espaldas a la cámara, con los brazos extendidos sobre un banco y el espléndido paisaje bávaro al fondo.

Los dos “líderes del mundo libre” -como se llamaron el uno al otro- pasaron a la retaguardia. Ni Scholz ni Joe Biden tienen, hasta ahora, el impacto mediático de sus predecesores.

Pero al margen de cuestiones de imagen, está claro que la presidencia alemana tiene ante sí muchos conflictos candentes, donde es difícil apuntarse un éxito.

Alemania toma el relevo de Reino Unido en unos momentos en que la atención sigue dominada por una pandemia aparentemente menos letal, pero que amenaza saturar la sanidad pública incluso de las potencias industriales que forman el G7.

Los ejes de la agenda son, junto con la lucha contra la covid-19, la crisis climática y la defensa del multilateralismo, desde la perspectiva del G7. Es decir, su papel de estandartes de las democracias occidentales, contrapeso a China y Rusia.

La presencia de los Verdes en el tripartito dará peso al combate climático. El partido ecologista, más proclive a la advertencia que a la euforia, ha arrancado admitiendo que Alemania va demasiado rezagada como para lograr éxitos inmediatos.

Merkel reconoció ya en su última legislatura que Alemania no cumpliría el objetivo de reducción del 40 % para 2020, a lo que siguió un nuevo plan, más ambicioso, para lograrlo en un 55 % para 2030. El pacto de coalición de Scholz sube ahora el objetivo de reducción al 65 %.

Sin embargo, el propio vicecanciller y ministro de Economía y Clima, el verde Robert Habeck, afirmó estos días, en declaraciones al semanario “Die Zeit”, que tanto en 2022 como en 2023 no se podrán cumplir aún los objetivos marcados.

UN AÑO PARA AFIANZAR LA SOCIALDEMOCRACIA

Scholz se comportó como un vencedor contenido, tanto al imponerse en las elecciones generales de septiembre de 2021 como al ser investido canciller, el 8 de diciembre.

El calendario electoral de este 2023 será un test de resistencia para su Partido Socialdemócrata (SPD). En febrero se someterá a su reelección el presidente del país, Frank-Walter Steinmeier, un socialdemócrata, aunque formalmente dejó en suspenso su militancia al asumir el cargo, en 2017.

La elección corresponde a la Asamblea Federal, integrada por los diputados del Bundestag (cámara baja) más los representantes del Bundesrat (cámara alta) y otros delegados de los “Länder”. La actual correlación de fuerzas favorece a Steinmeier, que tiene ya el respaldo explícito del Partido Liberal (FDP).

Más complejos se presentan los cuatro comicios regionales del año: hay convocadas elecciones en el Sarre (oeste), en Schleswig-Holstein (norte) y en Renania del Norte-Westfalia (oeste), los tres gobernados por los conservadores, además de en Baja Sajonia (centro), de dominio socialdemócrata.

La principal batalla se librará en mayo en Renania del Norte-Westfalia, el “Land” más populoso del país y del que partió Armin Laschet, el aspirante a suceder a Merkel que hundió al bloque conservador en su peor resultado histórico.

El SPD aspira a recuperar un “Land” que fue feudo histórico del partido. Para los conservadores es fundamental defenderlo, lo que corresponderá tanto a su actual jefe regional, Hendrik Wüst, como al nuevo líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU) y exrival histórico de Merkel, el derechista Friedrich Merz. EFE