Este 1 de septiembre inició funciones la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Con ello se cierra un ciclo que arrancó en febrero de 2024, cuando se presentó la polémica reforma judicial.
Pasó por un accidentado proceso legislativo acompañado del polémico voto de Yunes, la selección de candidatos con muchas irregularidades y la llamada Operación Acordeón, donde Morena operó para acomodar a los suyos en el Poder Judicial.
Ahora, la nueva Corte comienza una etapa inédita, pero marcada por un reto mayor: construir legitimidad y sacudirse la sombra de su propio origen.
SÍMBOLOS
El nuevo presidente de la Corte, Hugo Aguilar, abrió su gestión con un discurso que buscó marcar distancia: “El pensamiento y el corazón no los guiará el poder ni el dinero, sino el pueblo“.
La jornada arrancó de madrugada, en Cuicuilco, con rituales indígenas de purificación y bastones de mando. Por la noche, tras rendir protesta en el Senado, Aguilar recibió a la presidenta Claudia Sheinbaum en el pleno de la Corte, en un acto solemne acompañado de símbolos: puertas abiertas, banderas y discursos de refundación.
La intención es evidente: quieren diferenciarse de la vieja Corte, acusada de elitista, lenta y capturada por intereses económicos. “Comienza un capítulo inédito en la historia de la justicia en México”, dijo Aguilar. Pero detrás de los símbolos, queda la duda: ¿una Corte guiada por el pueblo o por el oficialismo que la impulsó?
EL COSTO DE LA LEGITIMIDAD
La nueva SCJN arrancó con medidas inmediatas de austeridad. Aguilar anunció que los ministros reducirán sus sueldos para ganar menos que la Presidenta de la República. Según él, eso permitirá ahorrar 300 millones de pesos al año.
Además, planteó revisar las pensiones de los ministros en retiro, eliminar seguros médicos privados y cancelar apoyos “excesivos”. “Nadie quedará fuera, nadie será olvidado, nadie se quedará sin justicia”, prometió.
El problema es que la legitimidad no se construye con recortes. Se construye con independencia y con justicia. Y ahí está el dato incómodo: casi todos los nuevos ministros están ligados a Morena o a figuras cercanas al oficialismo.
Incluso las ceremonias simbólicas, como la entrega del bastón de mando en el Zócalo, estuvieron acompañadas de funcionarios y militantes con chalecos guinda.
ACORDEONES
La Corte arranca con discursos renovados y medidas llamativas, pero no puede escapar de su origen. La Operación Acordeón -ese mecanismo con el que Morena logró imponer ganadores- dejó marcada a la nueva integración desde antes de nacer. Es el recordatorio de que la política pesó más que la justicia.
Y ese será el verdadero desafío. No bastará con cambiar nombres de canales ni con bajar sueldos. La única manera de sacudirse la sombra es a través de sentencias claras, firmes e independientes.
Hoy, Hugo Aguilar encabeza una Corte que promete ser “del pueblo“. Pero la realidad es que inició como la Corte del Acordeón.
El Poder Judicial se presenta como el primer tribunal nacional en el mundo electo por voto popular. Morena lo vende como democratización. Sus críticos lo ven como captura.
Entre símbolos, rituales y promesas de austeridad, queda pendiente lo esencial: probar que la justicia puede ser imparcial aunque sus orígenes estén manchados de operación política.
EL DATO INCÓMODO
La producción industrial en México va en picada: en 2025 apenas representa el 31.2% de la economía nacional, cuando hace 25 años era de 37.2%, reveló El Economista con datos del Inegi. Manufactura y minería son las más golpeadas. El país se desindustrializa mientras crece la dependencia del gasto público y la informalidad laboral.



