PATRICIA RAMÍREZ
A dos días de que se cumplan 70 años de la Dedicación de la Ciudad Universitaria, que consistió en un acto de cortesía, reconocimiento y agradecimiento hacia el gobierno federal, por haber contribuido a la cristalización de un proyecto largamente anhelado por los universitarios, Lourdes Chehaibar Náder, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (Iisue), subrayó que aún en los contextos más difíciles -incluso del clima generado por el estallido de la Revolución mexicana, la UNAM prosiguió con sus actividades, como ocurrió en el escenario actual de la crisis sanitaria, afirma Lourdes Chehaibar Náder, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE).
El 20 de noviembre de 1952, hace 70 años, se realizó esta ceremonia que representó la inauguración oficial de la primera etapa del complejo universitario considerado, desde hace tres lustros, Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
#BoletínUNAM Se cumplen 70 años de la Dedicación de la Ciudad Universitaria. Su edificación implicó una planeación y ejecución a escala nunca vista en el país, y el progreso de la educación superior y la cultura > https://t.co/OOJz0kLvAc pic.twitter.com/Fmw66b0cc3
— UNAM (@UNAM_MX) November 18, 2022
Ese acto estuvo encabezado por el entonces rector Luis Garrido; el presidente de la República, Miguel Alemán Valdés; y el presidente ejecutivo del Patronato Universitario, Carlos Novoa.
Esta fecha, que coincide con la conmemoración del inicio de la Revolución mexicana, la académica universitaria indica que ese hecho histórico evoca “una época de crecimiento del sistema educativo, desde la educación básica hasta la media superior y superior, así como de la matrícula escolar de estos dos últimos niveles educativos”.
La investigadora y exdirectora del Iisue señala que el largo anhelo de contar con una Ciudad Universitaria inició en la segunda década del siglo pasado con el surgimiento de diferentes proyectos arquitectónicos; destacó uno, el de los arquitectos Alfonso Campos y Marcial Gutiérrez Camarena, quienes se titularon con una tesis que planteaba un proyecto de universidad que se situaba hipotéticamente al sur de la ciudad, en Huipulco.
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“Ellos fueron los primeros que se refirieron a una Ciudad Universitaria en 1928. Un año después, en 1929, en el contexto de la Autonomía de la UNAM, el rector García Téllez intentó lanzar una campaña para generar fondos para edificarla; sin embargo, no progresó. Fue hasta 1945, con el entonces presidente Manuel Ávila Camacho, en el marco de la nueva Ley Orgánica de esta casa de estudios -que aún nos rige-, cuando la relación de la Universidad y el gobierno federal fue adquiriendo perfiles favorables para nuestra institución”, comentó.
En 1945, en la rectoría de Genaro Fernández McGregor, se expidió la Ley sobre la Fundación y Construcción de Ciudad Universitaria, que consideró la creación de una Comisión de la Ciudad Universitaria que sería la encargada de establecer los programas generales y particulares de los edificios, convocar a los concursos de los anteproyectos del conjunto, además de formular el plan financiero.
Al año siguiente, con la llegada a la presidencia de Miguel Alemán Valdés, primer mandatario civil del México moderno, abogado egresado de la UNAM, las acciones se enfocaron hacia una ruta de modernización y crecimiento de infraestructura, tanto industrial como de servicios, al desarrollo del capital y la ampliación del mercado de consumo, entre otras estrategias para el crecimiento del país. Fue una época en la que también se edificaron numerosas escuelas, se fundó la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior, se crearon los institutos nacionales Indigenista y el de Bellas Artes, entre otros hechos.
El siguiente rector, Salvador Zubirán Anchondo emprendió una campaña para allegar apoyo moral y económico a la Universidad, y proseguir los trabajos para erigir la Ciudad Universitaria.
En marzo de 1948 se iniciaron obras preliminares: drenaje, mesetas y puentes y el 5 de junio de 1950 se colocó la primera piedra en la Torre de Ciencias. Se trabajó a un ritmo acelerado; no obstante, se acercaba la conclusión del mandato del presidente Alemán Valdés (el 1 de diciembre de 1952), a quien le siguió en el cargo Adolfo Ruiz Cortines. Pero aún no habían concluido las obras; lo que estaba listo para su inauguración era el Estadio Universitario, indica.
Entonces, recalca Chehaibar Náder, la ceremonia del Día de la Dedicación de la Ciudad Universitaria fue también un reconocimiento al patrocinio innegable que recibió la UNAM durante ese periodo, que permitió concretar el anhelo de esta magna obra, la cual ha seguido rutas de crecimiento, como el nuevo circuito de la Investigación Científica o el Centro Cultural Universitario.
La época de la construcción de la Ciudad Universitaria se inserta en un periodo de crecimiento constante, de gran repercusión para la Universidad, la Ciudad de México y el país. “Es un emblema de identidad, comunidad e interacción de las funciones sustantivas de gran importancia”, subraya.
En los 28 meses posteriores a la colocación de la primera piedra (junio 1950) se edificaron dos millones de metros cuadrados de construcción, fue una obra veloz, magna, que implicó la inversión de 150 millones de pesos, el esfuerzo de más de 150 arquitectos e ingenieros, una cifra superior a 10 mil trabajadores de diferentes oficios, además del personal administrativo, las autoridades y el grupo que gestionó y condujo la obra, detalla Chehaibar.
En ese sentido, expresa que la construcción de Ciudad Universitaria implicó un despliegue de planeación y ejecución a escala nunca vista en el país, con efectos impresionantes en el desarrollo de la industria de la construcción y en el progreso urbano al sur de la Ciudad de México; además, significó el progreso de la educación superior y la cultura, “por decir lo menos”.