Cuando una ambulancia termina convertida en símbolo de exceso político, no hay necesidad de oposición: el escándalo hace el trabajo solo. Y si esa ambulancia lleva el rostro de una senadora en ascenso, con padrino en el Senado, el conflicto escala. No entre partidos. Escala entre bandos. Y no en redes. En Palacio Nacional.
Así comenzó un escándalo que parecía electoral, pero terminó en el círculo presidencial. Porque esta no es una simple denuncia del PAN. Es fuego cruzado dentro de Morena. Y Andrea Chávez es el primer daño colateral visible de una guerra fría que lleva meses en curso: Claudia Sheinbaum contra Adán Augusto López.
LA RIVALIDAD
Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López compitieron por la candidatura presidencial en 2023. Sheinbaum ganó. Adán se disciplinó, pero nunca se subordinó.
Uno de los choques más claros fue la reforma contra el nepotismo. Sheinbaum propuso que entrara en vigor en 2027. El Senado, controlado por Morena y el Verde, la aplazó hasta 2030. ¿Quién operó el cambio? Adán Augusto, con ayuda de Manuel Velasco. Claudia pidió que se corrigiera. Nadie la escuchó.
Tampoco fue el único gesto. En múltiples ocasiones, Adán ha construido alianzas con grupos que desafían la línea de Palacio Nacional. Y en ese tablero, Andrea Chávez es su ficha en Chihuahua. Joven, con aspiraciones, y con padrino.
FUEGO CRUZADO
La senadora colocó su rostro en ambulancias de última generación para “caravanas de salud”. Pero investigaciones periodísticas revelaron que estarían vinculadas a empresas que trabajaron con gobiernos de Tabasco, como Lease and Fleet Solutions, beneficiada por contratos de Segalmex.
Chávez primero justificó de que se tratan de donaciones empresariales, y luego de que se trataban de convenios de colaboración. Pero no hay cuentas ni explicaciones claras. Lo que sí hay: imagen, nombre, color guinda y orígenes dudosos.
La oposición reaccionó como era de esperarse. El PAN presentó una denuncia por 15 delitos, desde financiamiento ilícito hasta lavado de dinero y defraudación fiscal. Daniela Álvarez, dirigente del partido en Chihuahua, mostró las ambulancias con placas del Estado de México, una de ellas perteneciente al instituto estatal de salud, acusando una red de desvíos con respaldo empresarial.
Pero el golpe más duro no vino de Acción Nacional. Vino de adentro.
FACCIONES
El monero José Hernández, cercano a AMLO, escribió en redes: “Una vergüenza”. Julio Astillero y otros comunicadores de la 4T se sumaron a la crítica. Nadie salió en defensa. Nadie contuvo el fuego.
Y Claudia Sheinbaum, que suele cerrar filas ante ataques opositores, no dijo una sola palabra. Ni en redes. Ni en conferencia. Y quizás tampoco en privado.
Andrea Chávez no llegó sola. Adán Augusto la impulsó al Senado y la colocó en comisiones estratégicas. Su operador financiero es Fernando Padilla Farfán, empresario vinculado también a campañas de Adán en Tabasco.
La senadora no ha ocultado su intención de buscar la gubernatura de Chihuahua. Y lo hace con vehículos que tienen su imagen. Y recursos que no cuadran con el perfil de una senadora recién llegada.
Pero al final, el problema no fueron las ambulancias. Sino la facción morenista que ella representa.
Y como ocurrió con la reforma del nepotismo, Sheinbaum empieza a marcar su cancha. Sin confrontar directamente, pero dejando claro: hay cosas que no pasarán. Hay nombres que no se defenderán.
En Morena, la batalla ya no es contra la oposición. Es entre quienes compiten por controlar el movimiento después de AMLO. A veces, el primer castigo no es una condena pública. Es una instrucción de silencio… que todos entienden.