El próximo domingo 9 de febrero, se llevará a cabo el Super Bowl LIX, y se estima que una reunión de 10 personas para disfrutarlo con hotdogs, cervezas, papas, guacamole y refrescos en casa puede costar casi dos mil pesos.
Y si se incluye tequila y más variedades de comida como palomitas, nachos, alitas y hamburguesas y/o pizza, el costo podría elevarse a los cuatro mil, lo que representa un alza promedio de 14% respecto a los costos del año pasado que fueron de mil 706 pesos en la versión acotada y de tres mil 596 en la versión ampliada.
Con ello, “el Super Bowl LIX que se celebrará en Nueva Orleans bien podría considerarse un símbolo de la creciente compenetración cultural entre México y Estados Unidos. Por un lado, provocará un consumo de más de 100 mil toneladas de aguacate Hass mexicano, ya que el guacamole se ha convertido de facto en la botana por excelencia de esta justa deportiva y, por el otro, es sabido que México es el país con mayor número de espectadores de este evento fuera de Estados Unidos.
“La edición pasada contó con 24.1 millones de mexicanos viendo el partido, se espera al menos un número similar para este 9 de febrero”, observó Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Asociación Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC).
Consideró, además, una ironía que la comida mexicana esté conquistando el paladar de los estadounidenses, con los tacos, fajitas, arroz, menudo, barbacoa, chilaquiles, chiles rellenos, entre muchos otros platillos se hacen presentes en la dieta norteamericana.
“Esta fusión cultural no se limita a la cocina, también se da en la música, el arte, las tradiciones y hasta en las flores, todo ello es parte del intercambio cultural que enriquece a ambas naciones”, dijo Rivera.
Sin embargo, consideró que este proceso de integración contrasta con el creciente clima social de xenofobia, discriminación y racismo recientemente exaltado que afecta a la comunidad latina, especialmente a los mexicanos en Estados Unidos, llevando a muchos compatriotas a vivir días negros, viéndose obligados a imponerse un autoencierro, por lo que los más valientes, salen al trabajo y regresan a casa, mientras muchos otros incluso ni siquiera van a trabajar por miedo debido al estado de persecución que se ha desatado, similar a la cacería racial hitleriana contra el pueblo judío.
Por lo anterior, afirmó que el pequeño comercio se solidariza con los mexicanos repatriados, creando bolsas de trabajo en las comunidades locales para facilitar su rápida inserción en la economía nacional, ofreciendo un empleo digno y un ingreso que les permita mantener a sus familias, además de mantener precios asequibles en los alimentos de primera necesidad.
El dirigente de la ANPEC destacó que, mientras las culturas se entrelazan, surgen voces que, desde la ignorancia y el prejuicio, culpan a los migrantes de los problemas sociales y económicos de su país.
Por ello, la organización rechaza “esta guerra comercial” y hace un llamado a todos los actores de la economía a redoblar esfuerzos para fortalecer la integración económica y el libre comercio, bases fundamentales del desarrollo de nuestras naciones y del bienestar de nuestras familias.