Tom Brady está acostumbrado a romper todo tipo de paradigmas. Pero esta vez, parece haber llegado demasiado lejos. El legendario quarterback poseedor de siete anillos del Super Bowl, aún provoca revuelo en la opinión pública más allá de su retiro de los emparrillados. Aunque ahora no ha sido por alguna hazaña en el campo, sino por un hecho que entremezcla el afecto familiar con la vanguardia científica.
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Y es que el ex mariscal de campo de 48 años reveló que clonó a su perra. Este acto, más que un capricho personal, se ha convertido en un hito tecnológico y en el epicentro de un debate global sobre la ética en la forma en que se trata a las mascotas.

Junie, una mezcla de pitbull que hoy alegra el hogar de TB12, es en realidad una copia genética exacta de Lua, la querida mascota de la familia Brady que falleció en diciembre de 2023. El anuncio del legendario quarterback coincidió con la revelación de su participación como inversionista en Colossal Biosciences, la empresa de biotecnología detrás de este proceso revolucionario.
La clonación se realizó a través de una tecnología no invasiva que extrajo una muestra de sangre de Lua antes de su muerte, lo que permitió a la familia Brady —según sus propias palabras— “tener una segunda oportunidad” con un clon de su compañera fallecida.
Colossal Biosciences, conocida por sus ambiciosos proyectos de “desextinción” —como resucitar especies como el mamut lanudo y el tigre de Tasmania—, expandió recientemente su alcance al sector de las mascotas mediante la adquisición de Viagen Pets & Equine, el servicio especializado en clonación que fue el responsable material de crear a Junie.
Dicho esto, la noticia revelada por Brady no es solo por una cuestión sentimental, sino también comercial, vinculada a esta nueva faceta de la empresa. Aunque Junie comparte un ADN idéntico al de Lua, los expertos han aclarado una distinción crucial: un clon no es una réplica exacta. Factores como el entorno, las experiencias vividas y el desarrollo durante la etapa de cachorro moldean una personalidad única.
Este matiz, sin embargo, no ha apagado la polémica. La mediática clonación ha reavivado el debate sobre la ética de replicar mascotas y sobre la aplicación de esta tecnología, que oscila entre el consuelo personal y la intervención en la naturaleza.
El caso Brady también arroja luz sobre un vacío legal sorprendente. La clonación de animales es legal en Estados Unidos y en muchos otros países, pero está marcada por una ambigüedad regulatoria, ya que no existen leyes federales que prohíban o regulen específicamente el proceso de transferencia nuclear de células somáticas para animales de compañía.
La historia se remonta a Lua, la perra original, adoptada cuando Brady y la modelo Gisele Bündchen contrajeron matrimonio. Su legado, ahora perpetuado en Junie, representa mucho más que la continuidad de un vínculo afectivo, ya que encarna la encrucijada entre el avance científico, el poder adinerado y las profundas cuestiones éticas que surgen cuando la tecnología busca redibujar los límites de la vida y la pérdida.




