Este sábado marcó el inicio de una nueva era en el comercio internacional con la entrada en vigor del arancel mínimo del 10% impuesto por el presidente Donald Trump sobre la gran mayoría de los productos que ingresan a Estados Unidos desde el resto del mundo. Esta medida, calificada por muchos analistas como un golpe directo al sistema comercial global, representa apenas el primer paso de una estrategia escalonada que promete intensificarse en los próximos días.
El nuevo gravamen no reemplaza los impuestos existentes sino que se suma a ellos, creando una capa adicional de protección para los productos estadounidenses frente a la competencia internacional. Sin embargo, el gobierno norteamericano ha establecido importantes excepciones para ciertos productos considerados estratégicos o de los que Estados Unidos tiene alta dependencia.
Productos exentos: las excepciones estratégicas
La administración Trump ha excluido de este arancel general a una serie de productos clave:
- Petróleo y gas natural
- Metales preciosos: cobre, oro, plata, platino y paladio
- Materiales de construcción: principalmente madera
- Semiconductores
- Productos farmacéuticos
- Minerales no disponibles en suelo estadounidense
Otras importaciones como el acero, el aluminio y los automóviles tampoco se verán afectadas por este nuevo arancel, pero porque ya están sujetas a recargos más elevados del 25%, implementados anteriormente.
Un régimen especial para los socios del T-MEC
Canadá y México, países que comparten con Estados Unidos el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (T-MEC), están sometidos a un régimen diferente. Los productos que no están cubiertos por este acuerdo comercial enfrentan un arancel del 25%, con la excepción de los hidrocarburos canadienses, que reciben una tarifa reducida del 10%.
Trump ha justificado este trato diferenciado como una estrategia para presionar a ambos países a intensificar su lucha contra la migración ilegal y el tráfico de fentanilo, dos temas prioritarios en su agenda política.
La segunda fase: aranceles específicos por país
Lo que comienza hoy es solo el preludio de medidas más severas. El 9 de abril entrará en vigor la segunda fase de la estrategia arancelaria de Trump, con impuestos más altos dirigidos específicamente a determinados países, especialmente aquellos que mantienen superávit comercial con Estados Unidos.
Las tarifas totales aplicadas (sumando los diversos aranceles) alcanzarán niveles especialmente elevados para algunos socios comerciales:
- China: 54%
- Vietnam: 46%
- Islas Malvinas: 41%
- Japón: 24%
- Unión Europea: 20%
- Nicaragua: 18%
- Venezuela: 15%
Según un documento oficial publicado el viernes por el gobierno estadounidense, la lista de países afectados incluye aproximadamente a 80 naciones y territorios, entre ellos los 27 estados miembros de la Unión Europea.
En una rectificación de última hora, la administración Trump eliminó de la lista de naciones más castigadas a las islas francesas de San Pedro y Miquelón (en el Atlántico) y los territorios australianos de las islas Heard y McDonald, cuya inclusión inicial había generado sorpresa y numerosos memes en redes sociales por tratarse de territorios prácticamente deshabitados salvo por colonias de pingüinos.
La respuesta de China intensifica el conflicto
La reacción de Pekín no se hizo esperar. El viernes, el gobierno chino anunció tarifas aduaneras adicionales del 34% sobre los productos estadounidenses, que entrarán en vigor a partir del 10 de abril.
Además, China dio un paso estratégico adicional al anunciar controles a las exportaciones de tierras raras, elementos cruciales para la industria tecnológica y médica, incluidos el gadolinio (utilizado en resonancias magnéticas) y el itrio (empleado en electrónica).
Esta respuesta provocó una reacción inmediata de Trump, quien a través de su red social Truth Social escribió en mayúsculas: “China se equivocó, entró en pánico. La única cosa que no pueden permitirse hacer”. Adicionalmente, el gobierno estadounidense advirtió a sus socios comerciales que eviten tomar represalias contra sus aranceles, bajo amenaza de enfrentar recargos adicionales.
Impacto en los mercados y advertencias económicas
Las medidas comerciales y las respuestas de los países afectados ya están generando turbulencias significativas en los mercados financieros, con pérdidas millonarias en las bolsas globales. Los inversores están abandonando las acciones de compañías altamente dependientes de las importaciones asiáticas, como la industria textil.
A pesar de estas señales negativas, Trump se mantiene firme y optimista sobre los efectos de su ofensiva comercial. “A los muchos inversores que vienen a Estados Unidos e invierten cantidades masivas de dinero, mis políticas nunca cambiarán. Este es un gran momento para hacerse rico, ¡¡¡Más rico que nunca!!!”, escribió en mayúsculas en Truth Social.
Sin embargo, estas afirmaciones contrastan con las advertencias de expertos económicos. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, alertó que los aranceles “probablemente aumentarán la inflación”, incrementarán el riesgo de desempleo y desacelerarán el crecimiento económico estadounidense.
Trump respondió a estas preocupaciones sugiriendo que es “el momento perfecto” para reducir las tasas de interés, a lo que Powell replicó que es “demasiado pronto” para ajustar la política monetaria.
En el ámbito internacional, Rebeca Grynspan, secretaria general de la Organización de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), advirtió que el aumento de los aranceles “golpeará más duramente a los vulnerables y a los pobres”, sugiriendo un impacto social significativo más allá de las cifras macroeconómicas.
Un nuevo orden comercial en formación
La implementación de estas medidas arancelarias marca un punto de inflexión en las relaciones comerciales globales, con potencial para rediseñar las cadenas de suministro internacionales y alterar significativamente los flujos de comercio establecidos durante décadas.
Mientras el mundo observa con atención el desarrollo de este conflicto, queda por ver si la estrategia de Trump logrará los objetivos declarados de proteger la industria estadounidense y reducir los déficits comerciales, o si por el contrario, desencadenará una espiral de medidas y contramedidas que termine perjudicando a todas las economías involucradas, incluida la estadounidense.