AIDA RAMÍREZ
Foto: Cuartoscuro
Si bien la economía mexicana “ha mejorado”, todavía resiente que la recuperación postpandemia Covid-19 fue muy lenta en comparación con otros países, y por muy bien que se avizora, concluirá el 2023, las expectativas del sector empresarial para el próximo año apuntan a un menor dinamismo.
Por lo que en su análisis semanal, el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), pide cautela e insiste en la necesidad de que se establezcan políticas públicas que generen las condiciones para alcanzar y mantener un mejor desempeño.
Ello, luego de que la economía informal generó casi la cuarta parte (24.4%) del Producto Interno Bruto (PIB), ya que además, los costos laborales no salariales disuaden la formalidad en lo laboral, que además, perjudican a las micros, pequeñas y medianas empresas (Mipymes).
Previo a que concluya este año, confirmó que la relocalización puede generar beneficios importantes y duraderos para toda la población, bajo Estado de Derecho y otras condiciones necesarias, pero también reiteró que se requieren políticas en beneficio de los hogares y la superación de los individuos y su inclusión en la economía productiva.
En su análisis semanal recordó que al cierre del año la opinión de los especialistas confirma un mayor dinamismo de la actividad económica.
Las más recientes encuestas de expectativas apuntan a que 2023 crecerá muy cerca de 3.5%, significativamente por arriba del avance de 1.0% que se preveía a inicios del año.
Sin embargo, pidió tener cautela en cuanto a los indicadores que da a conocer el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), pues de acuerdo con el indicador oportuno de la actividad económica (IOAE), el indicador global de la actividad económica (IGAE) creció 0.1% en octubre y 0.4% en noviembre, lo que permitió que pasara de una tasa de crecimiento anual de 3.8% a una de 4.2% en ese último mes.
“Es aconsejable interpretar este salto con cautela ya que se debe a la última estimación oportuna, que no siempre es precisa. Por ejemplo, con la cifra de octubre del IGAE, en vez de la estimación oportuna IOAE, el crecimiento anual promedio para enero-octubre se mantuvo en el mismo porcentaje de los primeros 10 meses del año (3.4%), toda vez que el IGAE, que permite conocer y dar seguimiento a la evolución del sector real de la economía en el corto plazo, finalmente reportó una disminución de 0.1%, en vez de su estimación oportuna de un aumento de ese mismo porcentaje”.
En materia de inflación, señaló el organismo dependiente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), que aún se percibe cierta resistencia a la baja, luego de que en la primera quincena de diciembre los precios al consumidor aumentaron 0.52%, mientras que el pronóstico promedio de la encuesta Banamex anticipaba un alza de 0.40 por ciento y observó que es importante señalar que esta evolución reciente de la inflación tiene un origen estacional, ya que refleja mayormente el alza del indicador no subyacente”.
En cuanto al consumo, dijo que se observan resultados mixtos, ya que por una parte las ventas al menudeo aumentaron 0.8% en octubre, luego de tres meses consecutivos a la baja, en buena medida al incremento mensual de 10.8% en la venta de artículos de papelería, para el esparcimiento y otros artículos de uso personal.
Pero el indicador de ingresos totales reales por suministro de bienes y servicios privados no financieros disminuyó 1.4% en el mismo mes de octubre después de dos meses seguidos al alza, destacando las caídas en transporte, correos y almacenamiento (4.6%) y en servicios de alojamiento temporal y de preparación de alimentos y bebidas (3.5%).
“Sin duda la economía ha mejorado. Pero su recuperación postpandemia fue muy lenta en comparación con otros países y las expectativas apuntan a un menor dinamismo el siguiente año”, advirtió el CEESP, por lo que para alcanzar y mantener un mejor desempeño de la actividad productiva del país “es necesario que la política pública se avoque a ello en diversos frentes”.
Considera indispensable un entorno que facilite a las empresas, nuevas y ya establecidas, participar en el sector formal de la economía, con expectativas claras de crecimiento y supervivencia, así como generar una percepción positiva y de certidumbre del ambiente de negocios.
Señala que la informalidad se ha convertido en una alternativa para un gran número de personas que buscan una fuente de ingresos, pero se ha consolidado ante la ausencia de políticas que propicien la participación en el sector formal de la economía.
En 2022 la economía informal generó casi la cuarta parte (24.4%) del PIB, su porcentaje históricamente más alto. Pero, como es sabido, la productividad del sector informal es baja, ya que ocupa a más de la mitad de la población y genera sólo una cuarta parte de la producción del país.
Acusó que la tolerancia de las autoridades ha sido causa importante de la informalidad en general; así como la carga regulatoria excesiva que disuade la apertura de una empresa en la formalidad, junto con los costos laborales no salariales que disuaden la formalidad en lo laboral y que pueden llegar al 50% de los costos laborales totales.
Así, señaló que un gran número de micro, pequeñas y medianas empresas son total o parcialmente informales y, por su tamaño, tienen pocas oportunidades de ser productivas. Por ello, es necesario adoptar políticas que reduzcan el costo de la regulación económica y los costos laborales de las empresas”.
En CEESP señala entonces que la necesidad de controlar los costos a futuro se aplica también a los salariales, pues “el discurso oficial implica que los incrementos de los salarios no dañan a las empresas, pero es difícil pensar que los costos salariales no perjudiquen a las Mipymes”.
Por otro lado, advierte que las oportunidades de la relocalización de las cadenas productivas o nearshoring no son eternas, por lo que México está en un momento que no puede desaprovechar.