2024-2030

10, mayo 2023

SALVADOR DEL RÍO

Prácticamente a un año de que se celebren las elecciones federales con las que se elegirá, entre muchos otros cargos, al que será el Presidente de la República para el periodo 2024-2030, existen al menos dos certezas: Morena dispone de las más amplias posibilidades de mantenerse en el poder y la oposición, ya sea en su conjunto o desagregada por cada uno de los partidos que la conforman, no ha logrado construir una opción que le permita competir de manera sólida en los próximos comicios.

Debería resultar preocupante para quienes no votan por el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador o para aquellos electores que le dieron su confianza en 2018 y se la han ido retirando a manera de rechazo por sus formas de conducir el país que los partidos de oposición estén concentrados en pugnas internas o desdibujados por las presiones de un gobierno que ha logrado someterlos en la arena política.

Con el desprestigio que le ha ido incrementando en los últimos años y en la antesala de una histórica derrota en el Estado de México, el Partido Revolucionario Institucional se encuentra inmerso en una pugna interna por la gula de poder que ha demostrado tener su presidente, el ex gobernador de Campeche, Alejandro Moreno, y que le ha provocado a ese instituto político un innecesario desgaste, como si estuviera frente a un escenario de ventaja electoral a nivel nacional.

El reciente fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación con el que se avaló la reforma a los estatutos del PRI y que permite ampliar la presidencia de Moreno Cárdenas en ese partido generará una serie de confrontaciones por las designaciones a las candidaturas de los más de 20 mil cargos que serán sometidos a las urnas el próximo año.

Los comicios de 2024 no son menores. Se trata del proceso electoral más grande en la historia del país, ya que de los 20 mil 263 puestos de elección popular, el 97 por ciento se jugará a nivel local (estatal y municipal) y se disputará en 29 estados. Además de la Presidencia de la República, estarán en juego 300 diputaciones por mayoría relativa y 200 por representación proporcional, además de 64 escaños en el Senado por mayoría relativa, 32 por primera minoría y 32 por la vía de la representación proporcional.

De esta magnitud es el pastel que estará en juego y que la oposición, en un escenario de coalición PRI-PAN-PRD, habrá de disputar en condiciones de desventaja frente a Morena y partidos aliados. De nada servirá que este bloque se conforme como una opción digna de conducir los más altos cargos del país si no sale de sus reyertas internas y define de una vez por todas el perfil de quién será su abanderado en 2024.

Los aspirantes son diversos y a muchos de ellos les anteceden largas y prestigiadas carreras en el servicio público. Sin embargo, ninguno de ellos o ellas cuenta con peso suficiente y presencia a nivel nacional para hacerle mella a cualquiera de los precandidatos de Morena, en este caso Marcelo Ebrard o Claudia Sheinbaum, quienes son los dos precandidatos más sólidos de ese partido.

Quienes por convicción o por desilusión no ven en el movimiento que encabeza López Obrador una opción para seguir gobernando comienzan a mostrar preocupación por la ausencia de un perfil con verdaderas posibilidades de darle la vuelta al partido en el poder.

Santiago Creel, Beatriz Paredes, Claudia Ruiz Massieu, José Ángel Gurría, Ildefonso Guajardo, Enrique de la Madrid, José Luis Romero Hicks, Demetrio Sodi o Lilly Téllez, ninguno de ellos podría vencer a quien en unos cuantos meses resulte el abanderado de Morena. Como se dice en política, son buenos cuadros, pero lo que falta es marco.

Un escenario inquietante para la oposición y que debería de poner a reflexionar, de manera urgente, a quienes financian e impulsan a este bloque, a fin de acelerar la toma de decisiones. Por el bien de ellos y de la salud democrática del país.

sdelrio1934@gmail.com