PATRICIA RAMÍREZ
Foto: Cortesía: @GacetaUNAM
Ciudad Universitaria cumplió 15 años de haber sido incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), lo cual representa un reconocimiento al proyecto cultural más importante de México, a la Universidad Nacional Autónoma de México y también a la calidad y grandeza de la arquitectura moderna mexicana del siglo XX.
El director de la Facultad de Arquitectura de la UNAM, Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, explicó que la creación de un campus para la UNAM en las cercanías del Pedregal de San Ángel, al sur de la Ciudad de México, representó la construcción de una utopía de lo que fue hace casi 70 años lo más adelantado en cuestiones arquitectónicas y de desarrollo urbano, incluso de posturas pedagógicas.
El 2 de julio de 2007, este espacio obtuvo oficialmente la declaratoria por parte del organismo internacional, gracias a que logró conjugar urbanismo, paisajismo, arquitectura, ingeniería y las bellas artes en una sola área destinada al estudio, y cuyo título le permite incorporarse al selecto grupo de universidades en el mundo que portan esta distinción.
De acuerdo con esa institución, el resultado fue la creación de un conjunto arquitectónico monumental ejemplar del modernismo del siglo XX, que encarna valores sociales y culturales de trascendencia universal y ha llegado a ser uno de los símbolos más importantes de la modernidad en América Latina.
La categoría alcanzada incluye el primer circuito universitario inaugurado en 1952 y sus más de 50 edificios dentro de una zona núcleo de 176.5 hectáreas que representan 25 por ciento de las 730 totales del campus universitario.
Como límites de esta área se tiene hacia el poniente el Estadio Olímpico; al sur los Frontones y la zona deportiva; al oriente la Facultad de Medicina; y al norte los edificios de las facultades de Filosofía y Letras, Derecho, Economía y Odontología.
Del Cueto Ruiz-Funes destacó que en la edificación de esta magna obra participaron aproximadamente 150 arquitectos, 350 ingenieros, miles de albañiles y se desarrollaron sectores importantes de la industria de la construcción. Fue una auténtica hazaña haber concluido una construcción de semejantes dimensiones en dos años y medio.
Resalta que esta casa de estudios fue la quinta universidad inscrita en la Lista de la Unesco en esa categoría y la segunda del siglo XX. Le antecedió la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, así como la de Virginia, Estados Unidos, fundada en el siglo XIX; de Alcalá de Henares, España, constituida en 1499; y la de Coimbra, Portugal, creada en 1290, una de las más antiguas de Europa, y cuyas arquitecturas son de siglos atrás.
El experto refiere la importancia de la arquitectura del paisaje que envuelve al campus central universitario, reconocido por el organismo internacional. “Los edificios se dispusieron de tal manera, incluso, inspirados en el urbanismo prehispánico, y cuyas estructuras conforman este gran espacio abierto, alrededor del cual se ubican distintos edificios en los que se realizan actividades diversas, pero sus usuarios convergen en un espacio central”, precisó.
Una de las virtudes de esta obra arquitectónica, donde colaboraron también artistas plásticos como David Alfaro Siqueiros, autor de la obra monumental que adorna la Torre de Rectoría, o Juan O´Gorman, arquitecto de la Biblioteca Central y responsable de la creación de sus murales, por ejemplo-, es la unidad que le brinda el paisaje; el tratamiento de los espacios abiertos y de los pavimentos, además de la vegetación, todo ello en conjunto le aporta esa unidad dentro de la diversidad.
Del Cueto Ruiz-Funes expone: uno de los valores importantes de CU es que fue una obra colectiva de lo que debía ser la creación de un nuevo campus para una universidad tan importante como la nuestra. “Esta concepción en la que participaron tantas cabezas es una producción coral que reunió el talento, inteligencia e iniciativa de muchas cabezas que cristalizó en una idea arquitectónica que dio respuesta a las necesidades de su momento”.
Sin embargo, prosigue, con el paso del tiempo se fue quedando pequeña porque las proyecciones de crecimiento a futuro se alcanzaron demasiado rápido. Se había pensado para una población, probablemente, de 40 mil habitantes dentro de Ciudad Universitaria; en la actualidad hay cerca de 300 mil personas que entran y salen diariamente del lugar.
Enfatiza en la necesidad de difundir la relevancia de esta distinción para preservar la originalidad y mantener íntegro este concepto patrimonial y cultural, que le ha dado una identidad propia e importante a nuestra nación. Si bien es una construcción basada en los postulados del movimiento moderno mundial tiene una característica propia en nuestro país, a través de la integración plástica y de la relación con el paisaje en el que se inserta.
En ese sentido, recuerda, fueron cuatro los criterios que la Unesco consideró para esta declaratoria: representar una obra maestra del genio creativo del hombre; ser la manifestación de un intercambio de influencias considerable durante un determinado periodo o área cultural específica en el desarrollo de la arquitectura o de la tecnología, las artes monumentales, la planificación urbana o el diseño país.
Un tercer criterio tiene que ver con todo esto del contexto en el que esté inserto y, en cuarto término, debe ser un ejemplo sobresaliente de un tipo de construcción, de un conjunto arquitectónico, tecnológico o de paisaje que ilustre una o más etapas significativas de la historia de la humanidad.
En el país, solo existen dos monumentos del siglo XX declarados Patrimonio de la Humanidad: la Casa Museo de Luis Barragán y Ciudad Universitaria.




